lunes, 5 de abril de 2004

El Huracán sin Nombre

Abril 2, 2004

El 28 de Marzo, un sorpresivo huracán golpeó en la costa de Brasil


Un hotel en Gulfport, Mississippi, colapsado por el Huracán Camille en 1969.


Los huracanes son aterradores. Arrancan árboles del suelo, arrojan autos en el aire, y aplastan casas. Sus vientos pueden soplar más fuertes que 160 km/h. Algunos huracanes han sido conocidos por jalar una pared de agua de 6 m de alto desde el océano … después lanzarla tierra adentro, inundando kilómetros de costa. Ningunas otras tormentas en la Tierra son tan destructivas.

Más o menos memorables. Se habla por décadas de los huracanes más poderosos, mucho después de que las inundaciones bajaron y que los árboles crecieron de nuevo. ¿Qué niño en Mississippi no ha oído hablar hoy del Huracán Camille, la monstruosa tormenta que traumatizó a sus padres en 1969? Los huracanes son las únicas tormentas a las que en la actualidad se les da un nombre, como a la gente, para ayudarnos a recordar.

Bautizar huracanes también ayuda a prevenir confusiones. A veces hay dos o más tormentas enfureciendo al mismo tiempo. Meteorólogos y rastreadores de tormentas usan nombres, como Camille, Hugo y David para aclarar de cual tormenta están hablando. Por estas razones, cada huracán obtiene un nombre. Siempre.

Esto, hasta la semana pasada, el 28 de Marzo, cuando un huracán sin nombre golpeó en Brasil. La tormenta tocó tierra cerca de Torres, un pueblo pequeño en el estado de Santa Catarina a unos 800 km. al sur de Río de Janeiro.

“Esto realmente nos tomó a todos por sorpresa”, dice la investigadora de huracanes de la NASA Robbie Hood. “No se supone que haya huracanes en esa parte del mundo”. Satélites climatológicos han estado circulando la Tierra por más de 40 años. Durante ese tiempo, dice, han anunciado huracanes (también llamados “tifones o ciclones”) en el Atlántico Norte, y a ambos lados del ecuador en los Océanos Pacífico e Indico, pero nunca antes en el Atlántico Sur.

Los huracanes ocurren más frecuentemente en las áreas encerradas con negro, y raramente fuera de éstas.

“Los vientos verticales cortantes en el Atlántico Sur son muy fuertes para los huracanes”, explica Hood. Los vientos en la alta troposfera (alrededor de 10 km de altura) son 32 km/h más veloces que los cientos en la superficie del océano. Esta diferencia, o el corte, degradan las tormentas antes de que se intensifiquen demasiado.

Un típico huracán comienza como una agrupación de tormentas ordinarias. Toma fuerza del calor de las cálidas aguas tropicales y guiadas por fuerzas Coriolis, las tormentas se arremolinan juntas, uniendo fuerzas para crear una depresión tropical … después una tormenta tropical … y finalmente un huracán hecho y derecho. Los vientos cortantes en el Atlántico Sur usualmente frenan este proceso en la etapa de depresión tropical.

Hay excepciones. En 1991, por ejemplo, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos documentó una tormenta tropical fuera de las costas del Congo. Duró como cinco días mientras se arrastraba hacia el centro del Atlántico Sur, pero nunca alcanzó la fuerza de un huracán. (El umbral mínimo para un huracán es de vientos a 119 km/h)

¿Qué fue diferente en la tormenta de Marzo del 2004?

¿Porqué se convirtió en huracán? Nadie lo sabe.




El huracán brasileño el día 26 de Marzo del 2004, visto desde el Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer (MODIS) a bordo del satélite Terra. [amplia imagen espectacular]


Cuando la tormenta golpeó en Brasil, los observadores locales aún no estaban seguros de si era un huracán. Brasil no tiene en superficie red de estaciones meteorológicas para medir el viento y la lluvia de tormentas tropicales. “No hay “cazadores de huracanes” en Brasil”, añade Hood. “Las tormentas son muy raras”.

Los satélites espaciales, sin embargo, recogieron un gran reparto de datos. “Los satélites del NOAA, de órbita polar, midieron la temperatura del ojo de la tormenta”, dice el científico climático Roy Spencer de la Universidad de Alabama en Huntsville. “Eso nos dijo que tan rápido se movían los vientos”. Fue un huracán categoría 1, dice, un estimado confirmado por el satélite medidor de vientos QuikScat de la NASA. Además, los satélites GOES del NOAA y los satélites Terra y Aqua de la NASA tomaron imágenes de la tormenta en microondas, infrarrojo y longitudes de onda visibles, permitiendo a los científicos monitorear los movimientos de humedad y energía calorífica dentro de la tormenta – datos valiosos, por cierto.



Un mapa del radar de precipitación TRMM del huracán en el Atlántico Sur el 28 de Marzo

La nave espacial TRMM, una misión conjunta de la NASA y la agencia espacial japonesa, sobrevoló la tormenta varias veces días antes de que tocara tierra, y recopiló quizás los datos más reveladores de todos. TRMM, siglas del Tropical Rainfall Measuring Misión, carga un radar de precipitación, el único en el espacio. Emitiendo a través de las nubes, el radar iluminó bandas espirales de lluvia; ¡las imágenes de la tormenta en color falso asemejan a una galaxia pinwheel! Combinando datos del radar y del generador de imágenes en microondas de la nave espacial, los investigadores pueden estimar el índice de lluvia a lo largo y ancho del huracán – de arriba abajo, del ojo al borde.

“Todo este episodio destaca las ventajas de los satélites para los estudios del huracán, especialmente donde no hay aeronaves esperando volar a través de las tormentas”, dice Hood. “Los satélites pueden monitorear las tormentas en todas partes del mundo”.

Pero queda un problema: ¿Para qué llamarlos? La Organización Mundial de Meteorología mantiene una lista de los nombres de huracanes para cada parte del mundo … excepto el Atlántico Sur. Tristemente, el 28 de Marzo la tormenta dañó para recordar: 500 hogares destruidos, botes de pesca hundidos, al menos 2 personas muertas y 1500 más sin hogar. Los brasileños van a hablar de la tormenta por mucho tiempo y se preguntarán sobre huracanes por venir.

Los huracanes del Atlántico Sur necesitan nombres. Alguien en alguna parte, probablemente, esté haciendo una lista.

Fuente: http://science.nasa.gov/headlines/y2004/02apr_hurricane.htm

Traducción: María Luisa Hernández Castro

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