miércoles, 31 de agosto de 2005

Ajustando las miras de SETI: Los últimos planetas descubiertos sugieren nuevos objetivos.

Primera Parte
Junio 23, 2005
Douglas Vakoch





por Douglas Vakoch, Instituto SETI

Los científicos de SETI están tomando nota del último descubrimiento de una “Super-Tierra” más allá del Sistema Solar mientras afinan su lista de estrellas a apuntar en su búsqueda de inteligencia extraterrestre. Con el anuncio reciente de un planeta de seis a ocho veces el tamaño de la Tierra orbitando una estrella enana M, las posibilidades de mundos habitables parecen mayores que nunca. “Bien pudiera ser que existan mucho más planetas habitables orbitando a enanas M que orbitando todos los otros tipos de estrellas juntos”, explicó Frank Drake, Director del Centro para el Estudio del Universo, del Instituto SETI.

“Esta son noticias realmente emocionantes para aquellos interesados en la vida más allá del Universo”, mencionó Seth Shostak, Astrónomo Senir en el Instituto SETI, comentando sobre el descubrimiento de un planeta alrededor de Gliese 876, una pequeña estrella roja M localizada a solo 15 años luz de la Tierra. “Para empezar, es al menos un indicio tentador de que planetas pequeños – aquellos más o menos el mismo vuelo que nuestro propio mundo – pudieran ser de lo más común. Luego, es una prueba de que débiles y pequeñas estrellas enanas M, que son casi ocho veces tan grandes como las estrellas parecidas al Sol, pueden albergar también planetas rocosos”.

La estrella madre, Gliese 876, no es extraña para los cazadores de planetas, quienes descubrieron dos planetas del tamaño de Júpiter orbitándola en 1998 y 2001. Esta agrupación de planetas – dos grandes y uno pequeño – le recuerda a Alan Boss, astrofísico del Instituto Carnegie a familias de planetas descubiertos hace menos de un año alrededor de las estrellas mu Arae y 55 Cancri. “Estas tres estrellas tienen un planeta caliente, de siete a quince veces el volumen de la Tierra así como también dos o más planetas del tamaño de Júpiter que orbitan a distancias considerablemente grandes”, explicó Boss. “Lo claro aquí es que mu Arae y 55 Cancri son estrellas tipo solar”, en contraste con Gliese 876, la enana M. “Ahora tenemos alguna buena evidencia de enanas M que tienen sistemas planetarios vagamente similares al nuestro, aunque en una escala más pequeña”.

Una lista más grande

Las estrellas M han sido históricamente consideradas no aptas para las observaciones SETI. La analogía “Ricitos de Oro” sugiere que los planetas cuya temperatura fuera “correcta” para la vida orbitarían tan cerca de sus estrellas que serían atrapados tidalmente. Como resultado, el mundo se volvería rápidamente “demasiado caliente” en un lado, y “demasiado frío” en el otro: la atmósfera haría ebullición hasta consumirse en el lado iluminado, y se congelaría en el lado oscuro. Estas estrellas también lanzan llamaradas, produciendo radiación X y UV que retaría a cualquier tipo de vida sobre la superficie. El planeta recién descubierto alrededor de Gliese 876 es improbable que tenga vida debido a su órbita tan cercana a la estrella, que le da al planeta una temperatura superficial extremadamente alta.

“La teoría simple dice que los planetas terrestres en órbita alrededor de estrellas M estarían inhabitables e inhabitados”, explicó Jill Tarter, Directora del Centro para Investigación SETI en el Instituto SETI. “Pero ya no estamos confinados a la teoría simple. Modelos recientes pronostican atmósferas sustentables y regímenes de agua líquida subestelar”, menciona. “Una apreciación cada vez mayor de escenas de sol natural desarrolladas al principio de la evolución de la vida sobre la Tierra, y una especulación de que eventos de esterilización del lugar pudieran acelerar la evolución hacia la vida compleja, hacen que valga la pena considerar a las estrellas M una vez más. ¡Y las vamos a reconsiderar!”

Para abordar la complejidad de los temas, Tarter y sus colegas del Instituto SETI hospedarán el primero de una serie de talleres sobre la habitabilidad de las estrellas M del 18 al 20 de Julio de 2005. Casi 40 participantes de equipos líderes académicos y del Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI) – incluyendo miembros del propio equipo líder del NAI del Instituto SETI – se reunirán para decidir si las estrellas M deben estar en la lista de estrellas que son objeto de observaciones SETI.

Según Boss, quien también participará en los talleres, el registro del descubrimiento reciente de un planeta pequeño alrededor de Gliese 876 es propicio. “Las enanas M son el tipo de estrellas más común en nuestra galaxia así que es una buena noticia para buscar Tierras, y en particular para el taller de Julio en el Instituto SETI”, agrega Tarter. “La mayoría de las estrellas son estrellas M”, mencionó. “No han estado en nuestra lista de objetivos. Tal vez deban estarlo. Y si ese es el caso, la lista se hará mucho más grande”.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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domingo, 14 de agosto de 2005

El Centro para el estudio de la vida en el Universo

Junio 2, 2005
por Frank Drake
Director del Centro para el estudio de la vida en el Universo






Vivimos en un universo impresionante, rico en fenómenos notables y complejos. Cada avance en nuestras capacidades de observación revela nuevos y a menudo impredecibles objetos, tales como otros sistemas planetarios, y procesos en el universo. De todos esos fenómenos, el más maravilloso, y al mismo tiempo de mayor interés para nosotros como seres humanos, es la vida en el universo. ¿Cuántos planetas existen que pudieran sustentar vida? De hecho, ¿Qué se requiere para que exista vida? ¿Cómo empieza la vida? ¿Cómo se desarrolla, y qué criaturas fabulosas puede producir la evolución? ¿Qué tan a menudo aparecen criaturas inteligentes en el gran tapiz de la vida? Es exactamente este tipo de preguntas lo que tratan los científicos del Centro para el estudio de la vida en el Universo, LITU.

Para hacer avances hacia las respuestas, algunos científicos en el Centro están buscando otros sistemas planetarios mediante el acecho inexorable del leve oscurecimiento que ocurre si un planeta cruza delante de la estrella mientras se observa desde la Tierra. Incluso utilizamos un telescopio automatizado para este programa en el duro invierno de la Antártica, donde casi seis meses de oscuridad continua proporcionan las condiciones ideales para la observación. En un futuro cercano nuestros científicos participarán en la misión de la nave espacial Kepler, la cual utiliza un telescopio especial que buscará el oscurecimiento característico causado por eclipses planetarios. Por primera vez, tendremos la sensibilidad adecuada para detectar planetas como la Tierra. Este telescopio mirará continuamente a cientos de miles de estrellas, siempre alerta para los cambios pequeños en el brillo lo cual señalaría la presencia de otras tierras.

Nuestros científicos trabajan para comprender cómo cambian los planetas en miles de millones de años, y especialmente, cómo cambia la química, temperatura y presión de sus atmósferas con el tiempo. Especialmente ¿son comunes y permanentes las atmósferas idóneas para la vida?

Y donde las condiciones sean correctas, ¿habrá vida? Los científicos de LITU han sido innovadores líderes al sugerir nuevos panoramas, que pudieran conducir al origen de la vida en la Tierra y en alguna otra parte. ¿Surgió en la “pequeña charca cálida” de Darwin, o en las humeantes calderas submarinas del océano, que arrojan agua caliente rica en químicos apropiados? O quizás, se desarrolló en un lugar exótico, como el interior de las rocas terrestres, una nueva sugerencia de uno de nuestros científicos.

No hace mucho creíamos que solo las estrellas como el Sol proporcionarían las condiciones apropiadas para la vida en sus planetas. Alrededor de estas estrellas brillantes, los planetas pudieran orbitar a una distancia donde las temperaturas son cómodas. Pero poco sabíamos: nos aguardaban grandes sorpresas. El enorme poder del efecto invernadero para calentar planetas lejanos de su estrella no se reconoció hasta que descubrimos que el efecto era tan importante en Venus que la superficie del planeta es lo bastante caliente como para derretir plomo. Vemos un tipo de invernadero, efectuado realmente por una capa de hielo de varios kilómetros en el satélite Europa de Júpiter, tan lejano del Sol que el brillo de la luz solar es solo una parte del que recibe la Tierra. Pero hay agua líquida allí, y mucho más que la de todos los océanos de la Tierra juntos. ¿Pudiera haber vida en este océano gigante? Nuestros científicos están explorando esta posibilidad, tanto en teoría como en la planeación de misiones a Europa para buscar señales de vida.

Los planetas de débiles estrellas enanas rojas, también llamadas estrellas M, son una nueva y emocionante posibilidad. Desechadas por mucho tiempo como objetivos para búsquedas SETI, abarcan el ocho por ciento de las estrellas en nuestra galaxia. Sin embargo su brillo solar es tan débil que solo calentaría a los planetas en órbitas cercanas. ¡Pero qué calentamiento sería éste! En órbitas tan pequeñas, los planetas se engancharían tidalmente dando continuamente la misma cara a la estrella, así como la Luna siempre enfrenta su lado cercano a la Tierra. El centro del lado soleado del planeta pudiera ser abrasador. El lado oscuro sería un páramo congelado. Pero, en algún lugar en medio de estos ambientes extremos, pudieran estar las condiciones apropiadas para la vida. Tal vez en esos planetas existe una zona “Camelot”, apropiada para la vida, la cual produce planetas como el nuestro que en comparación parecen las favelas de la Galaxia. ¿Cómo sería la vida en un lugar donde el clima apenas cambia y el “sol” siempre brilla?

Quizás lo más provocativo de todo es que debe existir una clase de planetas que aún no hemos visto. Son los planetas que fueron expulsados de sus sistemas durante el revuelo que acompaña al nacimiento de un sistema planetario. Estos “granujas” están destinados a vagar a través del espacio solos, como nómadas cósmicos, con solamente la luz de estrellas lejanas cayendo sobre ellos. ¿Sería imposible la vida allí? Tal vez no. Así como los planetas gigantes externos de nuestro sistema son tibios en su interior debido al decaimiento radioactivo y otras fuentes de energía, los granujas bien pudieran tener una atmósfera lo bastante profunda, y un efecto invernadero, que puedan proporcionar un hábitat duradero para la vida. ¡Cuán extraña debe ser esa vida, si es que existe!

Una vez que la vida comienza, es oportunista, y proliferará en hábitats que apenas imaginamos. Incluso aquí en la Tierra, encontramos vida sobreviviendo cerca de los reactores nucleares, bañada de la radiación que alguna vez pensamos que ninguna vida podría soportar. La vida sobrevive – e incluso prospera – en tales ambientes extremos como las calientes aguas termales del Parque Nacional Yellowstone, las profundidades de los océanos polares, los valles desecados de la Antártica, y los lagos de alta altitud del volcán Licancabur en la frontera entre Chile y Bolivia. En el Instituto sabemos esto pues nuestros científicos han estado en la cumbre del Licancabur, incluso en el lago de la cima, e irán de nuevo. Los científicos del Instituto SETI examinan a los “extremófilos”, la vida que existe en ambientes extremos, para explorar los posibles límites de la vida en otros mundos.

Mientras buscamos señales de vida en Marte, seguiremos buscando agua. Pero, ¿qué más se requiere para la vida? ¿Cómo se generó el oxígeno primitivo – tan esencial para las criaturas de cerebro grande como nosotros – en planetas terrestres? ¿Abrigó el Marte primitivo el suficiente nitrógeno para propiciar la vida? En el laboratorio, podemos recrear ambientes exóticos, otrora desprendidos de nosotros en tiempo o espacio. En el árido Desierto de Atacama en Chile, y otros lugares alrededor de la Tierra, encontramos analogía al Marte primitivo. Nuestros científicos tratan estos temas. Usando instrumentación nueva, excavaremos bajo la superficie de Marte. También supervisamos la nebulosa atmósfera de Titán durante el descenso de la sonda espacial Huygens.

Al darse la vida primitiva en varios lugares, ¿qué sigue después? Los científicos del Instituto SETI están explorando los progresos que llevaron a la existencia de criaturas inteligentes sobre la Tierra, esperando determinar qué tan a menudo debe aparecer la inteligencia elevada, y tal vez también la tecnología. ¿Es esto raro y somos casi fenómenos o pasado el tiempo suficiente, la inteligencia y la alta tecnología son inevitables en planetas incluso como la Tierra? Las respuestas a estas interrogantes son algunas de las más importantes, con todo lo conocido hasta ahora de astrobiología. Los científicos del Instituto SETI están entre los más activos en intentar encontrar la verdad. Las respuestas son de profunda importancia para la ciencia, pero también en manera práctica, pues nos dan la orientación en la planeación de nuestras búsquedas SETI.

En nuestro Centro para la Vida en el Universo, el Instituto está dirigiendo quizás el programa más amplio de cualquier institución que trata los orígenes y la naturaleza de la vida en el universo. Al hacer esto, esperamos contribuir a la comprensión de algunas de las más antiguas y profundas interrogantes de la ciencia y la filosofía.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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sábado, 13 de agosto de 2005

El Gran Debate OVNI

Julio 14, 2005
por Seth Shostak, Astrónomo Senior de Instituto SETI



La buena noticia es que las encuestas continúan mostrando que entre una y dos terceras partes de las personas piensan que existe vida extraterrestre. La rara noticia es que una fracción similar cree que algunos extraterrestres visitan la Tierra.

Varios programas recientes de televisión han tratado sobriamente la posibilidad de que naves extraterrestres estén invadiendo nuestro espacio aéreo, aterrizando ocasionalmente el tiempo suficiente para permitir que su tripulación haga experimentos extraños (e ilegales en la mayoría de los estados) en ciudadanos desafortunados. Mientras esos programas atormentan a los espectadores al sugerir que finalmente están llegando a la conclusión del así llamado “Debate OVNI”, no es así. Esa conclusión parece perennemente fuera de alcance.

Así que, ¿cuáles son los temas beligerantes? Lo primero, a pesar de la discusión acalorada que conlleva, es admitir que el viaje interestelar no quebranta la Física. Es algo posible. Después de todo, las naves Pioneer y Voyager llevan actualmente casi tres décadas en un viaje interestelar inadvertido. La trampa es, desde luego, que a esas naves les tomará 70,000 años en cubrir la distancia de las estrellas más cercanas (y no llevan ese camino). Con la Física como la conocemos, es extremadamente difícil de acortar considerablemente y sin percances, ese tiempo de recorrido. Por supuesto, pudiera ser teóricamente posible crear agujeros de gusano o alguna otra facilidad exótica para navegación cósmica a alta velocidad; pero ese método es absolutamente hipotético.

Y no es realmente el punto. El problema que tengo con la afirmación de que naves desconocidas merodeen nuestro planeta no es con el medio de transporte, sino con la evidencia. Me preocuparé del cómo llegaron aquí cuando esté convencido de que ellos realmente están en escena.

Bueno, ¿lo están? ¿Cuán buena es la evidencia? En el transcurso de un programa reciente de televisión en el cual participé, los expertos invitados que han estudiado los ovnis por mucho tiempo, discutieron el caso de su naturaleza extraterrestre al mostrar fotografías de supuestos platillos sobrevolando a bajas alturas. Algunos de esos objetos aparecían como luces fuera de enfoque, mientras otros asemejaban frisbees con forma de tapacubos captados a medio trayecto.

Mientras que los primeros son forzosamente dudosos, los últimos captaron más mi atención. ¿Cómo sabemos que NO son tapacubos, lanzados al aire por un timador con una cámara? La réplica de un experto: “esas fotografías aprobaron la inspección”. Cuando se cuestionó cuál inspección exactamente habían aprobado, la respuesta fue “los efectos atmosféricos nos dan una línea de distancia, y un meticuloso análisis quitó toda posibilidad de trucos fotográficos”. Bueno, lo primero es bastante arriesgado, y se basa en algunas suposiciones acerca de las condiciones atmosféricas (¿era un día con smog en Los Angeles?), y lo último no prueba nada. Una toma real de un tapacubos aéreo, estaría después de todo, libre de argucias fotográficas.

La evidencia adicional que es citada continuamente es “testimonio experto”. Pilotos, astronautas, y otros con ojos experimentados y credenciales espectaculares afirman haber visto naves extrañas en los cielos. Es seguro decir que esos testigos han visto algo. Pero el que no identifiquen un fenómeno aéreo no significa que sea un visitante extraterrestre. Eso requiere evidencia adicional que, hasta ahora, parece ser tan poco convincente como las fotos de platillos libres de trucos.

¿Qué hay de esas personas que han experimentado a seres extraterrestres de primera mano? Las historias de abducciones son un campo de estudio completamente aparte y que no quisiera tratarlo aquí, sin embargo debo confesar que es desconcertante ver fotografías de marcas redondas en la carne de seres humanos, acoplado con la afirmación que esas desfiguraciones menores se deben a mala conducta extraterrestre. Pero incluso dejando a un lado la cuestión enigmática del porqué seres de soles lejanos vendrían a la Tierra para marcar a los locales, la evidencia es, nuevamente, ambigua. Las marcas pudieran adjudicárseles a los extraterrestres, y de nueva cuenta, pudieran ser la consecuencia de abuso conyugal o muchas otras causas.

A la hora de la verdad, y al ser presionados acerca de la existencia de pruebas verdaderas de visitas extraterrestres, los expertos en este programa retrocedieron diciendo: “bueno, no sabemos de dónde vienen. Pero definitivamente algo está pasando”. La última declaración es apenas debatible. La primera es simplemente boba. Si los platillos y los que dejan marcas no son del espacio exterior, ¿de dónde vienen exactamente? ¿de Bélgica?

La cuestión fundamental es que la evidencia de visitantes extraterrestres no ha convencido a muchos científicos. Muy pocos académicos escriben artículos para publicaciones internacionales acerca de naves extraterrestres o sus ocupantes. Ante esto, los expertos en ovnis generalmente toman refugio en dos explicaciones posibles:

(1) El material que sería una prueba convincente fue recogido y ocultado por el gobierno de Estados Unidos. Aunque es interpelado continuamente, este es un argumento que proviene de la ignorancia (equivalente a decir: “no podemos mostrarles buena evidencia porque no la hemos conseguido”), e implica forzosamente que cada gobierno en el mundo acapara eficientemente todos los artefactos extraterrestres. A menos que, por supuesto, los extraterrestres visiten solamente los Estados Unidos, donde la recuperación del material que cae a la Tierra es presuntamente un tipo de arte perfeccionado.

(2) Los científicos sencillamente se rehúsan a mirar cuidadosamente ese fenómeno. En otras palabras, los científicos deben culparse por el hecho de que la hipótesis de visitación no los ha persuadido.

Esto no solo es injusto, sino descaminado. Ciertamente, en cambio, algunos investigadores han entrado por sí mismos al campo para buscar presencia extraterrestre en las historias, los videos y las fotos extrañas que constituyen la evidencia. Pero no tienen que hacerlo. Este reclamo se compara a decir a los críticos de cine que las películas serían mejores si tan solo contribuyeran y se pusieran tras la cámara. Pero los críticos pueden dictar evaluaciones excelentes y atinadas de una película sin ser partícipes en el negocio de hacer cine.

El peso de las pruebas recae en quienes hacen las afirmaciones, no en quienes encuentran los datos dudosos. Si hay investigadores convencidos de que naves de otros mundos están zumbando el nuestro, entonces deben presentar la mejor evidencia irrebatible que tengan, y no recurrir a explicaciones que apelen a encubrimientos conspiratorios o al malogramiento de otros de estar abiertos a la idea. Después de todo, los defensores de los ovnis no nos piden creer en algo intranscendente o marginal, difícilmente pudiera haber un descubrimiento más impresionante o importante que los visitantes de otros mundos. Si pudiéramos probar que los extraterrestres están aquí, yo estaría tan impactado como cualquiera. Pero estoy a la espera de un convincente Anexo A.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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