sábado, 24 de septiembre de 2005

Asteroide recibe el nombre de la Dra. Jill Tarter



El Comité que asigna nombre a los cuerpos pequeños, dependiente de la Unión Astronómica Internacional, ha bautizado oficialmente al asteroide 74824 con el nombre de la Dra. Jill Tarter, del Instituto SETI.

El asteroide 74824 fue descubierto el 12 de octubre de 1999 por el Dr. Charles W. Juels, uno de los 50 principales descubridores de planetas menores. Comenzó su búsqueda de planetas pequeños el mismo año que fue identificado este asteroide. El Dr. Juels aprobó el nombramiento de su descubrimiento en honor a la Dra. Tarter. El asteroide puede ser de algunos cientos de metros en tamaño o hasta de 1 kilómetro de diámetro y está en órbita alrededor del Sol. Pulse aquí para ver la órbita del asteroide.

Este es el segundo asteroide que recibe el nombre de un miembro de la directiva del Instituto SETI. El Asteroide 4859 fue nombrado en 1992, como Andrew Fraknoi, miembro del Consejo Directivo del Instituto SETI.

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domingo, 11 de septiembre de 2005

Lewis Platt - 1941-2005

Septiembre 9, 2005


Lewis (Lew) Platt, uno de los líderes en materia de tecnología de punta del país y miembro del Consejo Directivo del Instituto SETI desde Mayo de 2002, falleció inesperadamente el 8 de septiembre a la edad de 64 años. La causa del deceso fue un aneurisma.

Platt era mejor conocido por su cargo como Director del Consejo, Presidente y Director Ejecutivo de la compañía Hewlett-Packard. Esta fue la culminación de una larga asociación con H-P: se unió a las operaciones de productos médicos de la compañía justo después de graduarse de la Universidad Cornell y de la Escuela de Administración Wharton (Universidad de Pennsylvania). Cuando David Packard dejó la Dirección del Consejo de H-P en 1993, Platt fue nombrado para tomar su lugar. Fue Director Ejecutivo durante siete años y en ese tiempo H-P fue nombrada como la corporación de mejor desempeño de Estados Unidos por la revista Forbes.

A partir de 1999, Platt prestó sus servicios como miembro del Consejo de la Compañía Boeing, y desde 2003 hasta la primavera de este año, fue el Director no Ejecutivo.

A pesar de sus considerables compromisos con corporaciones importantes, Lew Platt era un miembro muy activo del Consejo del Instituto SETI. Aportó profesionalismo administrativo a la organización, así como perspicacias empresariales que ayudaron al Instituto a funcionar y recopilar patrocinios de manera más eficaz.

Una presencia que sobresalía en las reuniones. Platt era célebre por su capacidad excepcional para escuchar todos los aspectos de un tema, y entonces examinar rápidamente los mejores componentes de una idea. Estableció soluciones prácticas, en vez de explayarse en posibles problemas. Para Lew, el vaso siempre estaba medio lleno o lleno.

Tom Pierson, Director Ejecutivo del Instituto SETI mencionó que “Lew era el tipo de amigo y mentor que proporcionaba constantemente sentido común y tranquilidad. Su pérdida es un duro golpe”.

Al Bagley, miembro del Consejo del Instituto, quien trabajó como Gerente General de Hewlett-Packard, División Santa Clara, manifiesta que fue un privilegio conocer a Platt.
“Me impresionaba mucho su grandeza, su generosidad, su sentido del humor, y su integridad absoluta. Aunque tenía muchas ocupaciones, siempre estaba dispuesto a hacer algo más”.

Vamos a echar de menos la dinámica e intuitiva participación de Lew en nuestra organización. Pero más que eso, echaremos de menos a Lew.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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viernes, 2 de septiembre de 2005

Vida en las aguas termales ácidas de Japón

Septiembre 01, 2005
por Hiromi Kagawa, Investigadora Principal en el Instituto SETI.



Hace casi doce años que llegué a América desde Japón. Recuerdo con nostalgia las aguas termales de allá, con personas relajándose en el agua vaporizada, así como monos salvajes hundiéndose hasta el cuello en las piscinas, las divertidas barbas congeladas y cabezas cubiertas de nieve.

Pero hay mucha más vida en las aguas termales de Japón de lo que los seres humanos y monos. Quisiera describir algunos organismos que frecuentan esas aguas termales, no para relajarse, sino debido a que de hecho requieren de esas aguas termales (o un ambiente similar) para sobrevivir.

Observaciones de organismos parecidos a bacterias en aguas termales se hicieron a principios del siglo 20, pero su aislamiento, cultivo, caracterización, y estudio bioquímico comenzaron realmente en la década de los 60. Los organismos que actualmente tienen el récord de vivir en las temperaturas más altas se descubrieron en aguas geotérmicas en el océano. Algunos ejemplos son Pyrolobus fumarii (235° F), Pyrodictium occultum (230° F). Pertenecen a un grupo de organismos llamado arquea que parecen bacterias, pero tienen rasgos tanto de vida procariota (células sin núcleo, que parecen bacterias) como de eucariota (células con núcleo, como las que se encuentran en animales y plantas).

Arquea se considera uno de los grupos de vida más primitivos sobre la Tierra actualmente, debido en parte a que cuando la vida comenzó, la Tierra era mucho más caliente que hoy, y solamente los organismos como archaea pudieron haber existido. Por esta misma razón, muchos científicos piensan que la archaea termofílica es el mejor ejemplo de que cómo era la vida sobre la Tierra hace miles de millones de años.

Mi arqueo favorito se llama Sulfolobus shibatae, que fue aislado de las aguas termales en Beppu, Japón. Se desarrolla mejor a 181° F y necesita condiciones ácidas más altas (pH 3.0). Cultivamos Solfolobus en matraces de vidrio en el laboratorio, pero en las aguas termales crecen adheridas a las superficies de rocas y arena. Cotidianamente, las temperaturas fluctúan entre el día y la noche y del verano al invierno. Estas fluctuaciones son el tipo más común de estrés para un organismo como Sulfolobus shibatae, que no tiene modo de controlar su temperatura corporal (como nosotros). ¿Cómo enfrenta Sulfolobus shibatae las grandes fluctuaciones de temperatura en su ambiente?

La vida ha desarrollado mecanismos para ampliar los límites de tolerancia a las temperaturas extremas. A 50 grados por encima de su temperatura de crecimiento normal, el 80% de las células Sulfolobus mueren en dos horas. Sin embargo, cuando la temperatura se conserva más alta que el nivel normal, pero más baja que el nivel mortal, al elevar la temperatura durante una hora antes a un nivel letal, el 50% de las células Sulfolobus sobreviven durante cinco horas a las temperaturas letales. Este fenómeno se llama termotolerancia adquirida, y se observa en todo tipo de células, incluyendo bacterias comunes como la Escherichia coli y células humanas cultivadas en el laboratorio.

Mi trabajo incluye el estudio de lo que hacen las células Sulfolobus para enfrentar la exposición a temperaturas letales. Una de sus regulaciones es modificar y remarcar los lípidos en la membrana celular para producir formas que sean más estables a temperaturas más altas. Otra es producir una gran cantidad de una clase específica de proteína llamada proteína de choque térmico. Su función está aún en investigación. Algunos investigadores piensan que las proteínas de choque térmico se ligan a otras proteínas celulares y previenen su deterioro por calor. Nuestro grupo de investigación cree que una de las proteínas de choque térmico creada por Sulfolobus shibatae estabiliza su membrana al aglutinarse y reduce su permeabilidad, igual que el empaste de los agujeros en una pared.

La vida prospera en muchos ambientes, incluyendo algunos en los cuales los seres humanos posiblemente no sobrevivirían. Para descubrir vida extraterrestre, será útil conocer los límites físicos y químicos de la vida sobre la Tierra y las leyes biofísicas subyacentes. Es una buena manera de empezar, pero debemos tener en mente que las leyes biofísicas para la vida extraterrestre pudieran ser significativamente distintas.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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Ajustando las miras de SETI: ¿Moradas de la Vida?

Parte II

Junio 16, 2005
por Douglas Vakoch, Instituto SETI





Con el último descubrimiento de una “Súper-Tierra” alrededor de una débil estrella roja a 15 años luz de la Tierra, los científicos de SETI han estado deliberando las implicaciones para su búsqueda de inteligencia en otros mundos. “Este planeta contesta una pregunta ancestral”, dijo Geoffrey Marcy, profesor de astronomía en la Universidad de California, en Berkeley, y líder de equipo que descubrió el planeta, el cual tiene de siete a ocho veces el tamaño de la Tierra. “Hace dos mil años, los filósofos griegos Aristóteles y Epícuro discutieron acerca de la existencia de otros planetas parecidos a la Tierra. Ahora, por primera vez, tenemos evidencia de un planeta rocoso alrededor de una estrella normal”. Paul Butler del Instituto Carnegie de Washington y miembro del equipo enfatizó la similitud entre este planeta recién descubierto, localizado alrededor de la estrella M llamada Gliese 876, y nuestro propio mundo. “Este es el planeta extrasolar más pequeño descubierto hasta hoy y el primero de una nueva clase de planetas terrestres”, explicó. “Es como el primo mayor de la Tierra”.

Una segunda oportunidad

Para los astrónomos que reflexionan la posibilidad de vida afuera de nuestro sistema solar, el descubrimiento es especialmente prometedor debido al gran número de estrellas M en nuestra galaxia. “La abrumadora mayoría de estrellas son enanas M – cientos de miles de millones solamente en nuestra galaxia. Esto sugiere que pudiera haber un enorme número de habitats planetarios capaces de sustentar vida”, dijo Seth Shostak, Astrónomo Senir en el Instituto SETI. Pero la sola existencia de planetas rocosos no es suficiente para asegurar la evolución de la vida. Un requerimiento crítico, según Shostak, es que tenga el tiempo suficiente para que la vida siga su camino y entonces se desarrolle en algo interesante. “A diferencia de las estrellas como el Sol, que arden por 10 mil millones de años y entonces mueren, las enanas M viven mucho más – tanto como 100 mil millones de años”, comentó. “Así que si tales enanas estelares pueden ocasionalmente desovar vida, la mayoría de esa vida sería más antigua que la biología de nuestro propio planeta. La vida más antigua y potencialmente más interesante, pudiera encontrarse en los vecindarios de estrellas M”.

Los planetas de larga vida pueden ser especialmente importantes para la evolución de la vida, dado los efectos devastadores de impactos periódicos de asteroides y meteoros. Por ejemplo, muchos científicos creen que el inmenso asteroide que cayó en la Península de Yucatán en México hace 65 millones de años fue responsable de la extinción al pro mayor de los dinosaurios. Esa catástrofe abrió camino para la proliferación de mamíferos sobre la Tierra, teniendo como resultado final la humanidad. Pero en otras palabras, tales eventos fortuitos pudieron haber exterminado una variedad aún mayor de vida sofisticada, quizás parando de manera efectiva la evolución de la inteligencia -- al menos en planetas con épocas de vida modestas.

Dada la longevidad de las estrellas M, sin embargo, la vida compleja en mundos que orbitan tales estrellas pudiera tener una segunda oportunidad. “Si la evolución ocurre a un paso muy lento, o si la evolución comienza y se detiene muchas veces, debido a algunos eventos de extinción”, explica Jill Tarter, Directora de Investigación SETI en el Instituto SETI, “los planetas alrededor de las estrellas M pudieran tener más de una oportunidad, y tal vez puedan alojar un modo evolutivo más lento y aún así acabar con los constructores de telescopios”.

La Zona Ricitos de Oro

Para que la vida se desarrolle en otro mundo, no es suficiente solamente tiempo. El planeta debe rodear su estrella dentro de una “zona habitable”, orbitando lo bastante cerca para obtener la luz de su estrella que le de vida, pero lo bastante lejos para evitar las abrasadoras temperaturas que aniquilarían la vida.

Debido a que las estrellas M son tan débiles comparadas a las estrellas parecidas al Sol, una zona habitable de una estrella M se encuentra bastante cerca de su misma estrella. Aplique simplemente, los planetas alrededor de estrellas M necesitan estar en órbitas que orbiten cerca de las estrellas si quieren tener alguna posibilidad de obtener la suficiente energía para albergar vida.

Pero las ajustadas órbitas que se necesitan para sustentar vida alrededor de estrellas M tienen un precio. Cuando un planeta orbita su estrella tan cerca, un lado del planeta siempre encara a la estrella, mientras el otro lado está siempre escondido. El mismo fenómeno llamado “cierre tidal”, es evidente cuando se observa la Luna, la cual siempre tiene su mismo lado encarando a la Tierra. ¿El resultado? Cuando un planeta es atrapado tidalmente en órbita alrededor de su estrella, las temperaturas en el lado soleado serían abrasadoras, mientras que el lado oscuro sería un páramo congelado. “En el lado que enfrenta la estrella, se bombea una gran cantidad de energía y calienta el gas atmosférico, y en la sombra en el otro lado está oscuro y frío”, dijo Tarter. Como consecuencia, la diferencia en temperaturas provoca “velocidades de viento enormes”. O al menos eso pensaban hasta hoy los científicos. Pero eso pudiera estar cambiando. “Nuevos modelos indican que tal vez, con gases invernadero, se puede tener una distribución menos dramática de la energía – de modo que la energía que se encuentra en el lado de la estrella pudiera de hecho circular sin destrozar la atmósfera”, explicó Tarter.

“El volumen del planeta pudiera fácilmente sujetar una atmósfera”, comentó Gregory Laughlin, hablando del más nuevo planeta descubierto alrededor de Gliese 876. “Aún sería considerado un planeta rocoso con un núcleo de hierro y un manto de silicón. Incluso pudiera tener una densa capa de agua vaporizada”, dijo Laughlin, profesor asistente de astronomía en la Universidad de California en Santa Cruz y miembro del equipo descubridor. Junto con otros 40 científicos, estará a cargo de un taller en el Instituto SETI del 18 al 20 de Julio de 2005, que tiene el acuerdo de considerar si las estrellas M pudieran proporcionar condiciones apropiadas para sustentar vida en sus planetas -- una idea previamente rechazada debido al efecto tidal y la intensa radiación que la vida tiene que soportar en mundos que orbitan tan cerca. Según el punto de vista de Butler, la detección de este último planeta parece ser el primero de muchos descubrimientos similares. “Hasta hoy casi no encontramos planetas del volumen de Júpiter entre las estrellas enanas M que hemos observado”, comentó, “lo cual sugiere que, a su vez, va a haber una población mayor de planetas con volumen más pequeño”. Y dependiendo de los efectos del encuentro del próximo mes en el Instituto SETI, esto pudiera resultar en una lista mucho más larga de estrellas objetivo para la búsqueda de civilizaciones más allá de la Tierra.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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miércoles, 31 de agosto de 2005

Ajustando las miras de SETI: Los últimos planetas descubiertos sugieren nuevos objetivos.

Primera Parte
Junio 23, 2005
Douglas Vakoch





por Douglas Vakoch, Instituto SETI

Los científicos de SETI están tomando nota del último descubrimiento de una “Super-Tierra” más allá del Sistema Solar mientras afinan su lista de estrellas a apuntar en su búsqueda de inteligencia extraterrestre. Con el anuncio reciente de un planeta de seis a ocho veces el tamaño de la Tierra orbitando una estrella enana M, las posibilidades de mundos habitables parecen mayores que nunca. “Bien pudiera ser que existan mucho más planetas habitables orbitando a enanas M que orbitando todos los otros tipos de estrellas juntos”, explicó Frank Drake, Director del Centro para el Estudio del Universo, del Instituto SETI.

“Esta son noticias realmente emocionantes para aquellos interesados en la vida más allá del Universo”, mencionó Seth Shostak, Astrónomo Senir en el Instituto SETI, comentando sobre el descubrimiento de un planeta alrededor de Gliese 876, una pequeña estrella roja M localizada a solo 15 años luz de la Tierra. “Para empezar, es al menos un indicio tentador de que planetas pequeños – aquellos más o menos el mismo vuelo que nuestro propio mundo – pudieran ser de lo más común. Luego, es una prueba de que débiles y pequeñas estrellas enanas M, que son casi ocho veces tan grandes como las estrellas parecidas al Sol, pueden albergar también planetas rocosos”.

La estrella madre, Gliese 876, no es extraña para los cazadores de planetas, quienes descubrieron dos planetas del tamaño de Júpiter orbitándola en 1998 y 2001. Esta agrupación de planetas – dos grandes y uno pequeño – le recuerda a Alan Boss, astrofísico del Instituto Carnegie a familias de planetas descubiertos hace menos de un año alrededor de las estrellas mu Arae y 55 Cancri. “Estas tres estrellas tienen un planeta caliente, de siete a quince veces el volumen de la Tierra así como también dos o más planetas del tamaño de Júpiter que orbitan a distancias considerablemente grandes”, explicó Boss. “Lo claro aquí es que mu Arae y 55 Cancri son estrellas tipo solar”, en contraste con Gliese 876, la enana M. “Ahora tenemos alguna buena evidencia de enanas M que tienen sistemas planetarios vagamente similares al nuestro, aunque en una escala más pequeña”.

Una lista más grande

Las estrellas M han sido históricamente consideradas no aptas para las observaciones SETI. La analogía “Ricitos de Oro” sugiere que los planetas cuya temperatura fuera “correcta” para la vida orbitarían tan cerca de sus estrellas que serían atrapados tidalmente. Como resultado, el mundo se volvería rápidamente “demasiado caliente” en un lado, y “demasiado frío” en el otro: la atmósfera haría ebullición hasta consumirse en el lado iluminado, y se congelaría en el lado oscuro. Estas estrellas también lanzan llamaradas, produciendo radiación X y UV que retaría a cualquier tipo de vida sobre la superficie. El planeta recién descubierto alrededor de Gliese 876 es improbable que tenga vida debido a su órbita tan cercana a la estrella, que le da al planeta una temperatura superficial extremadamente alta.

“La teoría simple dice que los planetas terrestres en órbita alrededor de estrellas M estarían inhabitables e inhabitados”, explicó Jill Tarter, Directora del Centro para Investigación SETI en el Instituto SETI. “Pero ya no estamos confinados a la teoría simple. Modelos recientes pronostican atmósferas sustentables y regímenes de agua líquida subestelar”, menciona. “Una apreciación cada vez mayor de escenas de sol natural desarrolladas al principio de la evolución de la vida sobre la Tierra, y una especulación de que eventos de esterilización del lugar pudieran acelerar la evolución hacia la vida compleja, hacen que valga la pena considerar a las estrellas M una vez más. ¡Y las vamos a reconsiderar!”

Para abordar la complejidad de los temas, Tarter y sus colegas del Instituto SETI hospedarán el primero de una serie de talleres sobre la habitabilidad de las estrellas M del 18 al 20 de Julio de 2005. Casi 40 participantes de equipos líderes académicos y del Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI) – incluyendo miembros del propio equipo líder del NAI del Instituto SETI – se reunirán para decidir si las estrellas M deben estar en la lista de estrellas que son objeto de observaciones SETI.

Según Boss, quien también participará en los talleres, el registro del descubrimiento reciente de un planeta pequeño alrededor de Gliese 876 es propicio. “Las enanas M son el tipo de estrellas más común en nuestra galaxia así que es una buena noticia para buscar Tierras, y en particular para el taller de Julio en el Instituto SETI”, agrega Tarter. “La mayoría de las estrellas son estrellas M”, mencionó. “No han estado en nuestra lista de objetivos. Tal vez deban estarlo. Y si ese es el caso, la lista se hará mucho más grande”.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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domingo, 14 de agosto de 2005

El Centro para el estudio de la vida en el Universo

Junio 2, 2005
por Frank Drake
Director del Centro para el estudio de la vida en el Universo






Vivimos en un universo impresionante, rico en fenómenos notables y complejos. Cada avance en nuestras capacidades de observación revela nuevos y a menudo impredecibles objetos, tales como otros sistemas planetarios, y procesos en el universo. De todos esos fenómenos, el más maravilloso, y al mismo tiempo de mayor interés para nosotros como seres humanos, es la vida en el universo. ¿Cuántos planetas existen que pudieran sustentar vida? De hecho, ¿Qué se requiere para que exista vida? ¿Cómo empieza la vida? ¿Cómo se desarrolla, y qué criaturas fabulosas puede producir la evolución? ¿Qué tan a menudo aparecen criaturas inteligentes en el gran tapiz de la vida? Es exactamente este tipo de preguntas lo que tratan los científicos del Centro para el estudio de la vida en el Universo, LITU.

Para hacer avances hacia las respuestas, algunos científicos en el Centro están buscando otros sistemas planetarios mediante el acecho inexorable del leve oscurecimiento que ocurre si un planeta cruza delante de la estrella mientras se observa desde la Tierra. Incluso utilizamos un telescopio automatizado para este programa en el duro invierno de la Antártica, donde casi seis meses de oscuridad continua proporcionan las condiciones ideales para la observación. En un futuro cercano nuestros científicos participarán en la misión de la nave espacial Kepler, la cual utiliza un telescopio especial que buscará el oscurecimiento característico causado por eclipses planetarios. Por primera vez, tendremos la sensibilidad adecuada para detectar planetas como la Tierra. Este telescopio mirará continuamente a cientos de miles de estrellas, siempre alerta para los cambios pequeños en el brillo lo cual señalaría la presencia de otras tierras.

Nuestros científicos trabajan para comprender cómo cambian los planetas en miles de millones de años, y especialmente, cómo cambia la química, temperatura y presión de sus atmósferas con el tiempo. Especialmente ¿son comunes y permanentes las atmósferas idóneas para la vida?

Y donde las condiciones sean correctas, ¿habrá vida? Los científicos de LITU han sido innovadores líderes al sugerir nuevos panoramas, que pudieran conducir al origen de la vida en la Tierra y en alguna otra parte. ¿Surgió en la “pequeña charca cálida” de Darwin, o en las humeantes calderas submarinas del océano, que arrojan agua caliente rica en químicos apropiados? O quizás, se desarrolló en un lugar exótico, como el interior de las rocas terrestres, una nueva sugerencia de uno de nuestros científicos.

No hace mucho creíamos que solo las estrellas como el Sol proporcionarían las condiciones apropiadas para la vida en sus planetas. Alrededor de estas estrellas brillantes, los planetas pudieran orbitar a una distancia donde las temperaturas son cómodas. Pero poco sabíamos: nos aguardaban grandes sorpresas. El enorme poder del efecto invernadero para calentar planetas lejanos de su estrella no se reconoció hasta que descubrimos que el efecto era tan importante en Venus que la superficie del planeta es lo bastante caliente como para derretir plomo. Vemos un tipo de invernadero, efectuado realmente por una capa de hielo de varios kilómetros en el satélite Europa de Júpiter, tan lejano del Sol que el brillo de la luz solar es solo una parte del que recibe la Tierra. Pero hay agua líquida allí, y mucho más que la de todos los océanos de la Tierra juntos. ¿Pudiera haber vida en este océano gigante? Nuestros científicos están explorando esta posibilidad, tanto en teoría como en la planeación de misiones a Europa para buscar señales de vida.

Los planetas de débiles estrellas enanas rojas, también llamadas estrellas M, son una nueva y emocionante posibilidad. Desechadas por mucho tiempo como objetivos para búsquedas SETI, abarcan el ocho por ciento de las estrellas en nuestra galaxia. Sin embargo su brillo solar es tan débil que solo calentaría a los planetas en órbitas cercanas. ¡Pero qué calentamiento sería éste! En órbitas tan pequeñas, los planetas se engancharían tidalmente dando continuamente la misma cara a la estrella, así como la Luna siempre enfrenta su lado cercano a la Tierra. El centro del lado soleado del planeta pudiera ser abrasador. El lado oscuro sería un páramo congelado. Pero, en algún lugar en medio de estos ambientes extremos, pudieran estar las condiciones apropiadas para la vida. Tal vez en esos planetas existe una zona “Camelot”, apropiada para la vida, la cual produce planetas como el nuestro que en comparación parecen las favelas de la Galaxia. ¿Cómo sería la vida en un lugar donde el clima apenas cambia y el “sol” siempre brilla?

Quizás lo más provocativo de todo es que debe existir una clase de planetas que aún no hemos visto. Son los planetas que fueron expulsados de sus sistemas durante el revuelo que acompaña al nacimiento de un sistema planetario. Estos “granujas” están destinados a vagar a través del espacio solos, como nómadas cósmicos, con solamente la luz de estrellas lejanas cayendo sobre ellos. ¿Sería imposible la vida allí? Tal vez no. Así como los planetas gigantes externos de nuestro sistema son tibios en su interior debido al decaimiento radioactivo y otras fuentes de energía, los granujas bien pudieran tener una atmósfera lo bastante profunda, y un efecto invernadero, que puedan proporcionar un hábitat duradero para la vida. ¡Cuán extraña debe ser esa vida, si es que existe!

Una vez que la vida comienza, es oportunista, y proliferará en hábitats que apenas imaginamos. Incluso aquí en la Tierra, encontramos vida sobreviviendo cerca de los reactores nucleares, bañada de la radiación que alguna vez pensamos que ninguna vida podría soportar. La vida sobrevive – e incluso prospera – en tales ambientes extremos como las calientes aguas termales del Parque Nacional Yellowstone, las profundidades de los océanos polares, los valles desecados de la Antártica, y los lagos de alta altitud del volcán Licancabur en la frontera entre Chile y Bolivia. En el Instituto sabemos esto pues nuestros científicos han estado en la cumbre del Licancabur, incluso en el lago de la cima, e irán de nuevo. Los científicos del Instituto SETI examinan a los “extremófilos”, la vida que existe en ambientes extremos, para explorar los posibles límites de la vida en otros mundos.

Mientras buscamos señales de vida en Marte, seguiremos buscando agua. Pero, ¿qué más se requiere para la vida? ¿Cómo se generó el oxígeno primitivo – tan esencial para las criaturas de cerebro grande como nosotros – en planetas terrestres? ¿Abrigó el Marte primitivo el suficiente nitrógeno para propiciar la vida? En el laboratorio, podemos recrear ambientes exóticos, otrora desprendidos de nosotros en tiempo o espacio. En el árido Desierto de Atacama en Chile, y otros lugares alrededor de la Tierra, encontramos analogía al Marte primitivo. Nuestros científicos tratan estos temas. Usando instrumentación nueva, excavaremos bajo la superficie de Marte. También supervisamos la nebulosa atmósfera de Titán durante el descenso de la sonda espacial Huygens.

Al darse la vida primitiva en varios lugares, ¿qué sigue después? Los científicos del Instituto SETI están explorando los progresos que llevaron a la existencia de criaturas inteligentes sobre la Tierra, esperando determinar qué tan a menudo debe aparecer la inteligencia elevada, y tal vez también la tecnología. ¿Es esto raro y somos casi fenómenos o pasado el tiempo suficiente, la inteligencia y la alta tecnología son inevitables en planetas incluso como la Tierra? Las respuestas a estas interrogantes son algunas de las más importantes, con todo lo conocido hasta ahora de astrobiología. Los científicos del Instituto SETI están entre los más activos en intentar encontrar la verdad. Las respuestas son de profunda importancia para la ciencia, pero también en manera práctica, pues nos dan la orientación en la planeación de nuestras búsquedas SETI.

En nuestro Centro para la Vida en el Universo, el Instituto está dirigiendo quizás el programa más amplio de cualquier institución que trata los orígenes y la naturaleza de la vida en el universo. Al hacer esto, esperamos contribuir a la comprensión de algunas de las más antiguas y profundas interrogantes de la ciencia y la filosofía.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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sábado, 13 de agosto de 2005

El Gran Debate OVNI

Julio 14, 2005
por Seth Shostak, Astrónomo Senior de Instituto SETI



La buena noticia es que las encuestas continúan mostrando que entre una y dos terceras partes de las personas piensan que existe vida extraterrestre. La rara noticia es que una fracción similar cree que algunos extraterrestres visitan la Tierra.

Varios programas recientes de televisión han tratado sobriamente la posibilidad de que naves extraterrestres estén invadiendo nuestro espacio aéreo, aterrizando ocasionalmente el tiempo suficiente para permitir que su tripulación haga experimentos extraños (e ilegales en la mayoría de los estados) en ciudadanos desafortunados. Mientras esos programas atormentan a los espectadores al sugerir que finalmente están llegando a la conclusión del así llamado “Debate OVNI”, no es así. Esa conclusión parece perennemente fuera de alcance.

Así que, ¿cuáles son los temas beligerantes? Lo primero, a pesar de la discusión acalorada que conlleva, es admitir que el viaje interestelar no quebranta la Física. Es algo posible. Después de todo, las naves Pioneer y Voyager llevan actualmente casi tres décadas en un viaje interestelar inadvertido. La trampa es, desde luego, que a esas naves les tomará 70,000 años en cubrir la distancia de las estrellas más cercanas (y no llevan ese camino). Con la Física como la conocemos, es extremadamente difícil de acortar considerablemente y sin percances, ese tiempo de recorrido. Por supuesto, pudiera ser teóricamente posible crear agujeros de gusano o alguna otra facilidad exótica para navegación cósmica a alta velocidad; pero ese método es absolutamente hipotético.

Y no es realmente el punto. El problema que tengo con la afirmación de que naves desconocidas merodeen nuestro planeta no es con el medio de transporte, sino con la evidencia. Me preocuparé del cómo llegaron aquí cuando esté convencido de que ellos realmente están en escena.

Bueno, ¿lo están? ¿Cuán buena es la evidencia? En el transcurso de un programa reciente de televisión en el cual participé, los expertos invitados que han estudiado los ovnis por mucho tiempo, discutieron el caso de su naturaleza extraterrestre al mostrar fotografías de supuestos platillos sobrevolando a bajas alturas. Algunos de esos objetos aparecían como luces fuera de enfoque, mientras otros asemejaban frisbees con forma de tapacubos captados a medio trayecto.

Mientras que los primeros son forzosamente dudosos, los últimos captaron más mi atención. ¿Cómo sabemos que NO son tapacubos, lanzados al aire por un timador con una cámara? La réplica de un experto: “esas fotografías aprobaron la inspección”. Cuando se cuestionó cuál inspección exactamente habían aprobado, la respuesta fue “los efectos atmosféricos nos dan una línea de distancia, y un meticuloso análisis quitó toda posibilidad de trucos fotográficos”. Bueno, lo primero es bastante arriesgado, y se basa en algunas suposiciones acerca de las condiciones atmosféricas (¿era un día con smog en Los Angeles?), y lo último no prueba nada. Una toma real de un tapacubos aéreo, estaría después de todo, libre de argucias fotográficas.

La evidencia adicional que es citada continuamente es “testimonio experto”. Pilotos, astronautas, y otros con ojos experimentados y credenciales espectaculares afirman haber visto naves extrañas en los cielos. Es seguro decir que esos testigos han visto algo. Pero el que no identifiquen un fenómeno aéreo no significa que sea un visitante extraterrestre. Eso requiere evidencia adicional que, hasta ahora, parece ser tan poco convincente como las fotos de platillos libres de trucos.

¿Qué hay de esas personas que han experimentado a seres extraterrestres de primera mano? Las historias de abducciones son un campo de estudio completamente aparte y que no quisiera tratarlo aquí, sin embargo debo confesar que es desconcertante ver fotografías de marcas redondas en la carne de seres humanos, acoplado con la afirmación que esas desfiguraciones menores se deben a mala conducta extraterrestre. Pero incluso dejando a un lado la cuestión enigmática del porqué seres de soles lejanos vendrían a la Tierra para marcar a los locales, la evidencia es, nuevamente, ambigua. Las marcas pudieran adjudicárseles a los extraterrestres, y de nueva cuenta, pudieran ser la consecuencia de abuso conyugal o muchas otras causas.

A la hora de la verdad, y al ser presionados acerca de la existencia de pruebas verdaderas de visitas extraterrestres, los expertos en este programa retrocedieron diciendo: “bueno, no sabemos de dónde vienen. Pero definitivamente algo está pasando”. La última declaración es apenas debatible. La primera es simplemente boba. Si los platillos y los que dejan marcas no son del espacio exterior, ¿de dónde vienen exactamente? ¿de Bélgica?

La cuestión fundamental es que la evidencia de visitantes extraterrestres no ha convencido a muchos científicos. Muy pocos académicos escriben artículos para publicaciones internacionales acerca de naves extraterrestres o sus ocupantes. Ante esto, los expertos en ovnis generalmente toman refugio en dos explicaciones posibles:

(1) El material que sería una prueba convincente fue recogido y ocultado por el gobierno de Estados Unidos. Aunque es interpelado continuamente, este es un argumento que proviene de la ignorancia (equivalente a decir: “no podemos mostrarles buena evidencia porque no la hemos conseguido”), e implica forzosamente que cada gobierno en el mundo acapara eficientemente todos los artefactos extraterrestres. A menos que, por supuesto, los extraterrestres visiten solamente los Estados Unidos, donde la recuperación del material que cae a la Tierra es presuntamente un tipo de arte perfeccionado.

(2) Los científicos sencillamente se rehúsan a mirar cuidadosamente ese fenómeno. En otras palabras, los científicos deben culparse por el hecho de que la hipótesis de visitación no los ha persuadido.

Esto no solo es injusto, sino descaminado. Ciertamente, en cambio, algunos investigadores han entrado por sí mismos al campo para buscar presencia extraterrestre en las historias, los videos y las fotos extrañas que constituyen la evidencia. Pero no tienen que hacerlo. Este reclamo se compara a decir a los críticos de cine que las películas serían mejores si tan solo contribuyeran y se pusieran tras la cámara. Pero los críticos pueden dictar evaluaciones excelentes y atinadas de una película sin ser partícipes en el negocio de hacer cine.

El peso de las pruebas recae en quienes hacen las afirmaciones, no en quienes encuentran los datos dudosos. Si hay investigadores convencidos de que naves de otros mundos están zumbando el nuestro, entonces deben presentar la mejor evidencia irrebatible que tengan, y no recurrir a explicaciones que apelen a encubrimientos conspiratorios o al malogramiento de otros de estar abiertos a la idea. Después de todo, los defensores de los ovnis no nos piden creer en algo intranscendente o marginal, difícilmente pudiera haber un descubrimiento más impresionante o importante que los visitantes de otros mundos. Si pudiéramos probar que los extraterrestres están aquí, yo estaría tan impactado como cualquiera. Pero estoy a la espera de un convincente Anexo A.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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domingo, 15 de mayo de 2005

Philip Morrison , 1915 – 2005

Abril 25, 2005
Seth Shostak



Si uno es invitado a nombrar a los verdaderos pioneros de SETI, solo existen tres: Frank Drake, Giuseppe Cocconi, y Philip Morrison. Morrison falleció el 22 de Abril, a la edad de 89 años.

Fue mientras estaba en la Universidad Cornell, a finales de los 50’s que Morrison, junto con su colega el físico Cocconi, hizo el cálculo fundamental que justificó una búsqueda de señales provenientes de otros mundos. Se motivó a hacer esto al considerar la generación y la detección de los rayos gamma, y si este tipo de partículas pudiera usarse para enviar señales a través de distancias interestelares. Mientras esto parecía posible, se les ocurrió a los dos investigadores que el radio pudiera ser un mejor medio de comunicación (Morrison había adquirido un equipo de cristal a una edad muy temprana para escuchar las transmisiones de KDKA, la primera estación comercial de radio del país, en su ciudad natal de Pittsburgh, Pennsylvania. Morrison se convirtió rápidamente en un ávido radioaficionado).

Los físicos hicieron sus cálculos demostrando que la tecnología de radio, incluso en el nivel actual de hace casi medio siglo, era fácilmente capaz de enviar información a través de años luz de distancia. Ellos especularon que, puesto que las sociedades avanzadas pudieran estar dando a conocer su presencia con tales emisiones, debería hacerse una búsqueda de señales por parte de los astrónomos de radio. Este resultado apareció en un artículo que los dos físicos escribieron en 1959 para la revista británica, Nature -- y es indiscutiblemente el ensayo seminal en la historia de la investigación SETI moderna. Un año después, Frank Drake hizo la primera búsqueda deliberada para el tipo de señales propuestas por Cocconi y Morrison.

Morrison pronto se unió a la instalación del MIT, donde continuó estando involucrado en la empresa de SETI, ayudando a facilitar los encuentros y las publicaciones sobre el tema. Aunque fueron una parte importante en su investigación, sus opiniones y su creatividad continuaron suministrando información importante a este campo. Por ejemplo, cuando el programa SETI de la NASA se inauguró en Arecibo, Puerto Rico en 1992, Morrison ofreció una conferencia sobre el tema que fue notable por la amplitud y la frescura de sus ideas.

A muchos les sonará familiar Morrison por su popular libro Nada es demasiado Bello para ser Verdad, así como las varias reseñas del libro que él y su esposa Phylis escribieron para Scientific American. También narró el bien conocido cortometraje de los hermanos Eames, Powers of Ten y fue autor del libro del mismo título.

Es con pesar que el Instituto SETI registra el deceso de un científico extraordinariamente talentoso, que colocó los cimientos de lo que se convirtió en una empresa tan seria, emocionante y prometedora.

-- Seth Shostak

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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¿Y si todos están escuchando y nadie está transmitiendo?

Abril 21, 2005
Jill Tarter
Directora del Centro para Investigación SETI




Siempre que ofrezco una conferencia acerca de SETI, casi puedo asegurar que el título de este artículo será una de las preguntas que me hará la audiencia. Durante nuestros talleres de 1997-99 sobre las siguientes dos décadas de la investigación de SETI en el Instituto SETI, los participantes del taller tomaron muy en serio el asunto de una estrategia de transmisión activa. Los resultados de sus deliberaciones se publicaron como SETI 2020: Una Guía para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Concluyeron que la transmisión NO es una estrategia apropiada, al menos para las próximas dos décadas. Los seres humanos primero necesitan madurar.

Para comprender esta conclusión, es necesario apreciar que hay una asimetría fundamental en nuestra situación actual: somos una tecnología de cien años en una galaxia de diez mil millones de años. En los talleres, el físico de Harvard Paul Horowitz resumió muy bien las cosas; él dijo: “En caso de suceder, siempre debe haber un primer contacto entre dos civilizaciones tecnológicas. Estadísticamente, es extremadamente improbable que nuestro primer contacto con una civilización ETI sería también su primer contacto con una civilización ETI. De tal manera, la tecnología avanzada que detectáramos habría experimentado este tipo de encuentro muchas veces antes. Pudo haber establecido ya un protocolo galáctico para el intercambio de la información, al cual las transmisiones ab initio de la Tierra no tendrían oportunidad de adherirse. Así justificamos nuestra estrategia asimétrica de solamente escuchar reconociendo nuestra desigual posición entre las civilizaciones galácticas. ¡Estamos entre las más jóvenes!”

¿Cómo podemos estar tan seguros de nuestra desproporcionada posición? Cualquier tecnología que sea observable en distancias interestelares no puede ser más primitiva que la nuestra. Después de solo 100 años de manipular el espectro electromagnético, nos encontramos en el medio de una explosión exponencial de la tecnología. Pero nos ha tomado más de 4500 millones de años de evolución planetaria y biológica para llegar a donde estamos hoy. Si existe tecnología detectable allí afuera, es estadísticamente improbable que su evolución y desarrollo esté sintonizado para coincidir precisamente con nuestras capacidades tecnológicas que surgen actualmente. Serán más ancestrales, potencialmente miles de millones de años más antiguas puesto que la Galaxia Vía Láctea estaba por, al menos, alrededor de cinco mil millones de años antes de que nuestro sistema solar comenzara a formarse.

Ubicándonos en el medio de nuestro propio incremento exponencial en capacidad tecnológica, no podemos imaginar cómo pudiera ser una tecnología más antigua. Hasta ahora, no hemos experimentado ningún crecimiento exponencial en la naturaleza o la cultura que no alcance cierto límite de recurso y lo sature o se estrelle. Algunos futuristas especulan acerca de la “singularidad” que debe ocurrir cuando sucedan cambios en la escalas del tiempo que sean demasiado cortas para que los humanos se adapten, y las entidades post-biológicas que pudieran desarrollarse para adecuar o no el exponencial. El transmitir es un trabajo más arduo que el escuchar, y así colocamos la carga de la transmisión en las tecnologías más viejas. Desde luego, si no existen tecnologías más antiguas, entonces nuestras búsquedas no tendrán éxito.

En el futuro podemos decidir que seamos de hecho los primeros, que tendremos que resolver cómo sobrevivir a una edad cósmica madura, y que tenemos una responsabilidad que transmitir en beneficio de las civilizaciones tecnológicas por surgir. En tal caso, tendremos que responder a las preguntas difíciles: ¿Quién hablará por la Tierra? ¿Qué es lo que dirán? y ¿Cuánto tiempo tendrán para decirlo? Las primeras dos cuestiones son obvias y difíciles de responder en ausencia de algún sistema terrestre de gobierno global. La tercera cuestión se deriva de las distancias cósmicas y la sincronía temporal.

La Galaxia de la Vía Láctea es una colección aplanada de estrellas, gas y polvo de aproximadamente 100 000 años luz de ancho, y no estamos ubicados en alguna parte cercana a su centro. A cualquier clase de señal electromagnética que transmitamos le tomaría 70,000 años alcanzar las partes más distantes de la galaxia. Para que una civilización ETI detecte nuestra transmisión, sus instrumentos deben estar orientados en nuestra dirección en el momento en que llegue nuestra señal (y por supuesto deben haber elegido el instrumento correcto). Las posibilidades de que esto suceda son de cero, a menos que sigamos transmitiendo por mucho tiempo. Entonces cuando ellos consigan buscar en la dirección adecuada, nuestra señal estará allí y ellos tendrán éxito. Para darnos cuenta de que tuvieron éxito, ellos tendrán que transmitirnos una respuesta, ¡y eso podría tomar otros 70,000 años en llegar! El escuchar podría tener éxito mañana, pero la transmisión es una estrategia a largo plazo. Hasta ahora los seres humanos no somos muy efectivos en la planificación a largo plazo.

Pasé una tarde muy agradable con Google™ para intentar cuantificar qué tan lejana puede estar la humanidad del manejo de una estrategia de transmisión en escalas de tiempo cósmicas. Usé el motor de búsqueda para indagar la frase “____ plan anual”, donde el espacio en blanco era completado de un valor numérico o de una palabra para la duración de tiempo en la pregunta. Busqué en ambas variantes y conté el número de “entradas” para incluirlas, pero de ninguna manera son medidas independientes. A menudo la palabra será utilizada en el título de un plan, mientras que el valor numérico aparece múltiples veces dentro del cuerpo del texto. Busqué desde uno hasta cien mil años, y los resultados se reflejan en la imagen.

Para determinar el horizonte de planeación que los humanos consideramos seriamente, hice una búsqueda con mi propio nombre. Sostendría que cualquier actividad de planeamiento que no registra más “entradas” que mi nombre (como se indica con una flecha verde en la parte superior de la tabla) es apenas un proyecto serio para nuestra especie. Usando ese criterio, concluyo que estamos razonablemente interesados (pero aún no hemos demostrado ser competentes) en hacer planes para una sola generación en el futuro. Para las búsquedas de plazo más largo, el número de “entradas” era lo bastante pequeño para permitir cierta exploración de quién o qué pensaban (o al menos publicaban en la red) acerca de tales escalas de tiempo.

De 100 años en adelante, los resultados son dominados por la ciencia ficción y la religión. Los ecologistas han comenzado a escribir e intentan planear para una escala de tiempo de quinientos años. El Y2K y el nuevo milenio causaron un punto asociado a 2000 años. El período radiactivo de descomposición de los productos de desecho de la generación de energía de fisión es responsable de un esfuerzo serio de los Estados Unidos por construir una instalación de almacenaje y contención que sea segura y confiable por 10,000 años. Diez mil años es también el tiempo de vida planeado para el Clock of the Long Now Foundation. Es tal vez menos importante que el reloj esté aún haciendo tic tac de aquí a 10,000 años a que la Montaña Yucca (o algún otro complejo) permanezca intacta, pero el reloj es una herramienta muy útil para alentar a los seres humanos a adoptar un acercamiento a largo plazo hacia el futuro. Valdría la pena investigar si el reloj pudiera transmitir tan bien como hacer tic tac.


El número de “entradas” registradas por el motor de búsqueda de Google al rastrear acerca de “_____ plan anual”. Las barras azules son los resultados al usar palabras para el número de años, las barras rojas representan la misma búsqueda usando el valor numérico.
Pulse para agrandar la imagen

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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jueves, 14 de abril de 2005

La misión Cassini y la Astrobiología

Abril 14, 2005
por Christopher Chyba, del Instituto SETI



Durante el pasado año, el Instituto SETI ha sido uno de los equipos líderes en el Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI), y esta semana varios miembros del Instituto SETI han estado en Boulder, Co., para el encuentro bianual del NAI. El equipo del Instituto SETI reúne a una docena de nuestros científicos y educadores en la investigación de la Vida en el Universo, investigación SETI, y Educación e Interés Público para tratar algunas de las más importantes preguntas de la astrobiología. Lo principal en esto es entender cómo el origen y la evolución de la vida dependen de ambientes planetarios particulares, y cómo, en cambio, los ambientes planetarios pueden por sí mismos formarse por la biología. Deseamos contestar estas interrogantes al investigar un número de mundos en nuestro sistema solar, y al hacer cuestionamientos similares respecto a otros mundos que orbitan otras estrellas.

En nuestro sistema solar, nuestro trabajo comienza con la tierra primitiva. Mientras la Tierra sigue siendo el único mundo en el que existe la vida como la conocemos, la astrobiología tiene pocas opciones para basar nuestro conocimiento de biología terrestre. Debemos estar siempre conscientes de que la vida en otros lugares pudo haber encontrado otros métodos para hacer su trabajo biológico, sin embargo, el explorar la vida terrestre nos da el punto de partida para muchas de las preguntas que planteamos.

Además de la Tierra, prestamos mucha atención a otros tres mundos en el sistema solar.
(1) Marte, el cual claramente tuvo alguna vez agua líquida en su superficie, y aún puede tener al menos por períodos breves. El planeta rojo puede o no, contener una biosfera subterránea. (2) Europa, luna de Júpiter, la cual casi con seguridad alberga al segundo océano del sistema solar, con la posibilidad de que el océano contenga al menos vida microbiana, y (3) Titán, luna de Saturno, la más misteriosa de todas, y un cuerpo que recientemente ha sido explorado con detalle por la nave espacial Cassini y la sonda espacial Huygens.

Todas estas investigaciones afectarán nuestra búsqueda de SETI, pues nos ayudarán a entender los tipos de planetas y satélites – y por lo tanto los tipos de sistemas solares – que pueden sustentar vida. En particular, el Conjunto de Telescopios Allen (ATA, siglas en inglés de Allen Telescope Array) enfrentará pronto la cuestión de si debe o no buscar señales artificiales de otros mundos que orbiten enanas rojas – llamadas Estrellas M.

La decisión es importante, puesto que las estrellas M abarcan casi el 75% de las estrellas dentro de un rango de casi mil años luz que serán estudiadas por el ATA. En efecto, las preguntas acerca de la búsqueda de SETI han conducido a nuestro equipo a plantear interrogantes sobre la habitabilidad planetaria. Por lo frecuente del caso, SETI y otras figuras de astrobiología se respaldan unas a otras de manera importante.

Mucho de lo que pensamos sobre Marte, Europa e incluso los planetas de las estrellas M se fundamentan en un arquetipo de vida basado en la Tierra – en particular, en una demanda por agua líquida. Titán es el único mundo que estamos investigando en detalle que en mayor consideración tira a un lado este modelo habitual. A aproximadamente -180° C, la superficie de Titán está demasiado fría para otra cosa que no sea efímeros ambientes transitorios de agua líquida. Pero no obstante, esto es de gran interés astrobiológico al menos por dos razones. La primera es que la química de su atmósfera actual de alguna manera se asemeja a la que creemos que tenía la atmósfera de la Tierra primitiva. Comprender esta química no solo puede ayudarnos a tratar las importantes cuestiones relacionadas a la química del origen de la vida en la Tierra primitiva, sino que puede incluso ayudarnos a entender las razones por las que la atmósfera de la Tierra se hizo lentamente más rica en oxígeno a través del tiempo. Comprender este proceso es uno de los objetivos del trabajo de Emma Bakes, co-investigadora en el proyecto del NAI del equipo de SETI.

La segunda razón por la que Titán es de gran interés astrobiológico es que parece (probablemente lo sabremos pronto) darnos un ejemplo de un mundo donde existe un ciclo meteorológico basado en metano líquido, en vez de agua líquida. Los científicos han especulado por mucho tiempo acerca de si la vida pudiera basarse en algún otro líquido además del agua. La vida basada en hidrocarburos líquidos como el metano o el etanol habría de ser extraordinariamente distinta a la vida basada en el agua; la solución química sería completamente diferente a lo que conocemos. Tales especulaciones son tan difíciles de evaluar que nunca habrían sido suficientes para justificar el sonda Huygens de Titán. Pero aunque estamos en Saturno y Titán por razones menos hipotéticas, la química revelada por la sonda Huygens debe sin embargo, ayudar a proporcionar el entendimiento a la posibilidad – o la improbabilidad – de tales formas de vida verdaderamente distintas.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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jueves, 7 de abril de 2005

¿Será cierto que el que arriesga, gana?

Marzo 24, 2005
por Seth Shostak, Astrónomo Senior del Instituto SETI






El reciente desorden sobre si existe evidencia convincente de vida en Marte brinda una severa lección sobre la investigación de la vida: un importante descubrimiento científico es tan tentador, seductor y peligroso como las sirenas que le hicieron señas a Ulises.

Aprender algo tan trascendental como novedoso no solo garantiza al científico un empleo estable y un mural de reconocimientos; puede asegurar su nombre en el gran libro de hazañas humanas. Es como un tipo de inmortalidad.

Por otra parte, una afirmación que resulta ser equivocada es con frecuencia una marca negra indeleble, que conduce a la crítica, al ridículo y a una enérgica cabalgata al olvido.

Mucha gente ajena a la cuestión científica tiene una visión tipo Hollywood acerca de la investigación. Para ellos, el descubrimiento consiste en un momento de triunfo en el que un científico – impulsado por una idea brillante o demasiado asado francés -- cubrirá repentinamente los pizarrones con matemática fresca o accionará un interruptor de cuchilla en el laboratorio, y momentos después volver atrás para encarar alguna nueva y profunda verdad.

De hecho, mucho descubrimiento es provisional. Los datos sugieren algo, pero raras veces son completamente inequívocos, excepto, tal vez, en un examen retrospectivo.

Un investigador tiene que tomar una decisión entre “interpretar” la información y aventurarse en el descubrimiento o permanecer quieto, continuar avanzando, y arriesgarse a ser derrotado por un competidor. En otras palabras, existe un fino equilibrio entre precipitarse discretamente y estar fuera de la carrera.

La decisión correcta rara vez es la muerte, obviamente. En 1989, el químico Stanley Pons y Martin Pleishman aseveraron que habían desencadenado la fusión en frío en su laboratorio. Lo que ellos realmente provocaron fue la fría censura de sus colegas. En contraste, Edwin Hubble se absorbió en su diagrama de espectros de galaxia en 1929 y determinó que el universo se estaba expandiendo en forma linear. Al observar esa información, se aprecia el grado de inspiración (o imaginación) requerida para aventurarse a esa conclusión. Más de una década antes de Hubble, el astrónomo Vesto Slipher ya había medido las velocidades de recesión de un puñado de galaxias, y encontró que la mayoría de ellas estaban retrocediendo. Si hubiera sido un poco más audaz, la NASA podría estar debatiendo los méritos de una Misión del Servicio de Slipher para salvar nuestro principal telescopio espacial.

Cuando se descubrieron los primeros planetas alrededor de otros soles hace una década, había personas serias en la comunidad astronómica que creían que los demandantes habían observado simplemente estrellas dobles, no sistemas planetarios. Sin embargo, los descubridores mantuvieron su postura firmemente y eventualmente aseguraron la tinta en cada libro de texto de Astronomía I desde ahora y hasta que el Sol se convierta en nova. Hicieron esto a pesar de un sobrio precedente: en los años 60’s y 70’s el astrónomo Meter van de Kamp había hecho público en las noticias que dos sistemas estelares cercanos, incluyendo la estrella de Barnard, danzaban hacia delante y hacia atrás en el cielo, confirmando que contenían planetas. Desafortunadamente para van de Kamp, el baile era causado por mantenimiento periódico de su telescopio, no por mundos distantes. Así pasa la gloria del mundo.

Existe también el problema de interpretar la información basándose en ideas preconcebidas. Lo cierto es que la investigación a menudo proviene de intentar probar que lo que se piensa es verdad. En lenguaje urbano, significa “dejarse llevar por la corazonada”. Desde luego, cuando su presentimiento es basura, los resultados son desperdicios. Colón dejó este mundo creyendo aún que sus naves habían zarpado en las Indias, pues allí fue donde el pensó que había llegado. De haber tenido un concepto más abierto, esto se llamaría los Estados Unidos de Colombia.

Es difícil imaginar un descubrimiento más grande que el de encontrar vida inteligente en el espacio. Sin embargo, los científicos de SETI han prometido para sí mismos y para quien pregunte que revisarán meticulosamente cualquiera de las señales candidatas recopiladas por sus telescopios, comprobando que sean realmente extraterrestres y verdaderamente tecnológicas. Llevan grabado en el corazón la lección de los púlsares: señales que, a primera vista, parecían ser una maniobra del Pequeño Hombre Verde – pero resultaron ser de antemano una desconocida criatura en el bestiario celestial de la naturaleza. Recuerdan la CTA-102, una variable fuente de radio cósmica que los investigadores rusos creyeron que era la ruidosa transmisión de una sociedad avanzada. CTA-102 era un quasar.

No obstante que las buenas intenciones sean sencillas, decidirse en la información es difícil. Así que cuando los investigadores de SETI descubran una señal interesante, no se sonrojarán rápidamente con adrenalina ni gritarán desde los tejados. Ellos saben que cualquier señal necesitará una amplia confirmación para descartar orígenes mundanos como satélites de telecomunicación, interferencia local o de un software raro.

Pero en algún punto habrá la necesidad de decidir la forma en que baje este balancín. Una llamada incorrecta pudiera simplemente hacerlo objeto de un monólogo de Jay Leno. Pero una demora pudiera significar que su boleto a Estocolmo se lo den a alguien más.

Sin duda, será una llamada difícil.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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jueves, 10 de marzo de 2005

Planetas Huérfanos. Es una vida dura

Febrero 24, 2005
por Seth Shostak -- Astrónomo Senior





Intente imaginar este panorama que no ha sido presenciado por ningún ser pensante, a pesar de que pudiera estar desarrollándose cada pocas semanas en alguna parte de la Vía Láctea.

Estás en una solidificada superficie caliente de un mundo recién formado; un primo desconocido de la Tierra de solo algunos millones de años de edad. El paisaje es un sofocante desorden fulminante de roca suave, tan infértil como el espacio mismo.

Si alguien pudiera mirar al cielo nocturno, vería un cuenco oscuro acribillado con laboriosos puntos brillantes. Los puntos son mundos hermanos -- planetas nuevos en diversas etapas de gestación, ladeándose a través del disco viscoso de gas y del polvo grumoso que les ha dado sustancia y forma.

De pronto y por casualidad, ocurre un encuentro no tan improbable. La trayectoria de otro objeto, de la misma camada, cruza cerca. Durante varios días, el segundo planeta navega sin limitaciones a través del cielo: silencioso y peligroso.

No hay una colisión real; ni destrozos catastróficos de mundos nacientes. Pero la interacción gravitacional durante este breve encuentro cambia el movimiento de ambos objetos; acelerando a uno y reduciendo la velocidad del otro. Y entonces se desarrolla un acontecimiento deprimente, aunque este mundo no tiene ojos para verlo. Expulsado al azar del sistema solar donde nació, el planeta se desliza en el espacio profundo. Cada hora, el sol que había prometido calentar su superficie por miles de millones de años retrocede otros 80 mil kilómetros. En solo una década, la estrella doméstica se contrae a un punto de luz, finalmente indistinguible de otras estrellas del cielo. La superficie del planeta se enfría, su atmósfera se condensa, cae, y se amontona en sedimentos congelados. Este es un mundo huérfano, vagando sin destino en el aletargador desierto frígido del espacio profundo.

Aunque fue pateado de su litera por accidente, el exilio involuntario de este planeta puede ser un destino frecuente para los mundos recién nacidos. Doug Lin, astrónomo en la Universidad de California en Santa Cruz, comenta: “Mi percepción es que los planetas huérfanos pueden ser numerosos. Ya existe evidencia indirecta de que mundos del tamaño de Júpiter han sido expulsados de alguno de los sistemas planetarios extrasolares que hemos descubierto en la última década. La pista es que los planetas grandes en esos sistemas tienen a menudo órbitas sumamente elípticas”. Los mundos gigantes en órbitas ovales son probablemente los objetos que se rezagaron cuando ocurrió un pequeño choque planetario.

“No tenemos esa situación en nuestro sistema solar. Tenemos suerte pues Júpiter – quien para empezar tiene una órbita de baja excentricidad -- ha codeado a los otros planetas en similares órbitas casi circulares, donde no entran unos en el trayecto de los otros”. comenta Lin.

Pero imagine un sistema en el que no se forman planetas como Júpiter, debido simplemente a una escasez de materia prima. Incluso en este caso, todavía pudiera haber recursos para construir mundos como la Tierra y más pequeños. Algunos de estos inevitablemente se formarán a distancias entre 800 y 1600 millones de kilómetros de la estrella (el rango de las órbitas supervisadas por Júpiter y Saturno en nuestro sistema solar). A esas distancias, las velocidades orbitales son de casi 16 kilómetros por segundo. Eso es lo bastante lento para que un encuentro gravitacional pueda agregar fácilmente los 6.4 kilómetros adicionales por segundo que seguramente expulsarían un objeto relativamente pesado del sistema estelar. (Para quien le importe los números, las velocidades de escape son 41% más altas que las velocidades orbitales).

¿Qué tan a menudo sucede esto? “Desconozco la fracción de los planetas que serían arrojados”, admite Lin. “Pero me imagino que la fracción es tal vez muy alta; de hecho no me sorprendería si fuera del 50%”.

Si ese es el caso, entonces los planetas huérfanos ¡serían más numerosos que las estrellas! Solo en nuestra propia galaxia, habría cientos de miles de millones de estos mundos divagantes.

Eso es mucha superficie errante, y entonces naturalmente surge la duda sobre la existencia de vida en esos cuerpos beduinos, dado que pudieran constituir una gran parte de toda la extensión planetaria. A primera vista, se pudiera asumir que no hay mucha esperanza. En el espacio profundo, hay muy poca energía como para calentar un océano o proporcionar las calorías necesarias para el metabolismo. A fin de cuentas, en la Tierra, la luz solar dio alas a la mayoría de la vida. Casi un kilovatio de energía impacta en cada metro cuadrado del paisaje en un día soleado. En el espacio interestelar, donde las estrellas son lejanas y débiles, el flujo de energía es mil millones de veces menor.

El hecho es que cualquier océano superficial en un planeta huérfano se congelará más duramente que un mostrador de granito, y la fotosíntesis será un fracaso. Pero tenga en mente que la vida sobre la Tierra pudo haberse originado de – y en realidad aún existen – las aguas sobrecalentadas de respiraderos en lo profundo del océano. El agua fangosa que brota de estas chirriantes grietas hierve por la temperatura del calor del interior que quedó principalmente desde el nacimiento de la Tierra. Después de más de cuatro mil millones de años, nuestro planeta aún está caliente por dentro. Marte, un mundo más pequeño, se ha enfriado mucho más. No hay placas móviles o volcanes activos en la Planeta Rojo. Está congelado.

Pero claramente, para los planetas huérfanos más abultados – aquellos que pudieran ser del tamaño de la Tierra o más grandes – la energía subterránea que sustenta vida duraría por miles de millones de años. Así que bien se puede creer que mientras la superficie de cualquier océano en esos mundos sería hielo sólido, la biología pudiera aún prosperar en agua líquida por debajo. Y después de todo, no se necesita mucho calor. No se requiere magma, solo agua caliente. Como comenta Lin: “Se requiere mucho calor para derretir rocas. Pero para la vida, todo lo que se necesita es agua hirviendo”.

En otras palabras, la vida en los mundos huérfanos es posible. Pero ¿pudiera surgir allí una vida compleja o incluso inteligente? Eso claramente es algo más de un caso perdido. Francamente parece improbable que el dependiente de la vida a base del calor que brota desde el interior de un planeta llegaría a ser lo bastante estudiado para comprender el universo.

No obstante, este es un tipo de hábitat que aunque posiblemente sea muy común, es muy extraño para nuestra propia experiencia. No podemos decir con seguridad que la vida inteligente es imposible en esos mundos. Si ocurre tal acontecimiento extravagante, sería interesante conocer lo que los habitantes piensan sobre la posibilidad de vida en un planeta que orbita una estrella. De hecho, desde su punto de vista, nuestro hogar parecería poco atractivo. Tal vez no les gustaría vivir tan angustiosamente cerca de una exasperante bola de gas incandescente, que rutinariamente expide radiaciones mortales desde su semblante tormentoso. Tal vez es mejor estar salvaguardados en un mundo donde el sol nunca brille.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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lunes, 21 de febrero de 2005

Les Presento a los Titanes

por Seth Shostak – Astrónomo Senior del Instituto SETI



Muy bien, todos anticiparon que Titán iba a ser interesante, pero muy pocos esperaban que iba a ser más raro que Michael Jackson.

Hace dos semanas, mientras la sonda espacial Huygens bajaba en paracaídas a través de los cielos aceitosos y de color calabaza de esta luna distante, una cámara de 0.04 megapíxeles se enfocó en el territorio a una distancia de 16 kilómetros (10 millas) sobre el suelo. Miró una línea costera agreste partida por subafluentes y lo que parece ser un lago (posiblemente seco).

Imagínese la suerte, una línea costera y un lago. Intente dejar caer una pequeña moneda en un mapa grande de su estado natal, y mire qué tan seguido cae en un punto de topografía costera. No muy seguido, a menos que viva en Minnesota. La deducción es que Titán está llena de charcas; es Minnesota atrapada en la madre de todos los inviernos. Las temperaturas diurnas son de un nada agradabe -180° C (-290° F).


Pero el frío no ha inmovilizado a esta luna. La superficie sin cráteres de Titán, las hendiduras, la accidentada topografía... ciertamente toda la escena te dice que algo está pasando aquí, a pesar del inmenso frío. Hay geología en movimiento. Este no es un rictus congelado de Europa, o el gélido desierto azotado por el polvo de Marte.

“Este es un lugar con una combinación de estabilidad y un flujo estable”, dice David Grinspoon, del Instituto de Investigación del Suroeste. “Es el tipo de lugar donde podríamos encontrar vida”.

¿Vida? Esa es una idea. Por años, los libros de texto y los conferencistas han explicado el por qué una misión a Titán valía los euros, pues podría revelar algo sobre el inicio de la vida en nuestro planeta. El argumento era que la atmósfera de Titán es similar al aire primitivo de la Tierra. Así que tal vez esta luna cubierta de hidrocarburos nos podría ayudar a desenmarañar los principios de la biología terrestre, al menos saber si la química atmosférica fue un factor importante.

Bueno, pueden olvidarse de eso, dice Bruce Jakosky, de la Universidad de Colorado. “Las razones por las que mirábamos originalmente a Titán, hace mucho dejaron de ser”. La supuesta atmósfera reducida de la tierra primitiva, una que era pobre en oxígeno y rica en hidrógeno, ya no está de moda”. Titán es un mundo único, y no una cápsula de tiempo del nuestro.

Esa es una razón de por qué la existencia de vida en Titán sería una gran noticia. Sería vida como no la conocemos.

Un medio ambiente rudo

Muy bien, Pero, ¿estará ahí?. ¿En realidad hay alguna posibilidad de que Titanes microbianos estén escondidos en el terreno pegajoso y feo de esta luna? La mayoría de los expertos lo dudan. Exponen dos dificultades principales:

Para empezar, no hay agua líquida en la superficie. Está más congelado que un examen de graduación de matemáticas. Eso parecer ser un verdadero problema para los biólogos. Rocco Mancinelli, del Instituto SETI, hace notar que “el sistema solvente para la vida terrestre es el agua. Seguro, puede haber lagos de etano y metano líquidos en Titán, pero los compuestos biológicos que conocemos simplemente no se disuelven en esos”.

El otro problema es la temperatura, más baja que el carácter moral de una lagartija, esto no tiene nada que ver con el confort, sino con la química. Si recuerda lo que le enseñaron en la escuela preparatoria, sabrá que las tasas de reacción química disminuyen conforme baja la temperatura. Un cálculo rápido usando la ecuación de Arrhenius sugieren que, a -180° C, la química es del orden de 16 magnitudes más endeble que en la temperatura de una habitación. En otras palabras, si la vida en la Tierra se cocinó en 5 minutos, tendrían que pasar otros 100 mil millones de años para que haga lo mismo en Titán. (Nótese que este cálculo se incluye aquí solo para atraer la ira de los químicos, que sin duda alguna me van a enviar muchos correos electrónicos con el castigo merecido. Pero no hay ninguna duda de que el frío es un obstáculo para el metabolismo).

Desde luego, pueden resolverse ambos problemas al ir al subsuelo. Existe una probabilidad aceptable de que los mantos acuíferos de agua-amoníaco estén escondidos bajo la superficie de Titán, y eso pueden ser buenas noticias para la vida. “Una mezcla de agua-amoníaco es, para mí, algo tan emocionante como represas de agua líquida”, dice Grinspoon. Pero Jakosky señala que cualquier repliegue espumoso subterráneo estaría lejos de la superficie, donde pudiera estar el suministro de alimento.

Alimento y Calor

Lo cual plantea: ¿de qué pudieran alimentarse probablemente los Titanes? La superficie está sofocada con compuestos de hidrocarburos, y aunque tal vez se prefiera usarlos para calentar su hogar o cargar combustible de camiones, pudieran ser tal vez el alimento para el tipo apropiado de microbios. Grinspoon comenta que la luz ultravioleta del sol convertiría algo de atmósfera superior rica en metano y etano de Titán en acetileno. “Estas moléculas grandes de acetileno ricas en energía, caerían a la superficie y se acumularían”, sugiere.

Sería como tener un campo de maíz en el firmamento. Maná de acetileno desde el cielo. “Y si los Titanes microscópicos se alimentan de esta materia, tal vez han emitido cierto calor corporal, fabricando sus propios agujeros diminutos de agua líquida”.

No es algo que se vea todos los días: vida basada en acetileno, combatiendo el frío con su propio calor corporal. Pero si el metabolismo no proporciona bastante calor, Jakosky ofrece algunas otras ideas para batir las condiciones bajo cero de la superficie. “Después de todo, hay impactos de rocas provenientes del espacio que caen en Titán. Los impactos derretirán el paisaje, manteniéndolo localmente caliente por miles de años”. Eso pudiera ocasionar vida superficial episódica, o quizás vida que resiste en forma de espora hasta la siguiente temporada cálida.

Y entonces existe la posibilidad de que al principio de su historia, la atmósfera de Titán haya sido más grusa (hay algunas evidencias de eso, comenta Jakosky). De ser así, tal vez hubo una vez más un efecto invernadero – y posiblemente temperaturas lo bastante sanas para sustentar agua líquida – y desovar la vida.

La conclusión es que aún no hay una conclusión. Las fotos cercanas del panorama de Titán muestran rocas y trozos de hielo, y nada que parezca estar vivo. Pero muy evidentemente, eso no hace a un lado a los Titanes, ya sea actuales o extintos. Si algún día encontramos que este mundo anti-infernal ha iniciado aún la más simple biología, podríamos demandar más que solo diminutos vecinos del sistema solar. Tendríamos pruebas severas de que la vida no es una delicada flor, ni un meticuloso accidente resultado de circunstancias extraordinarias, sino un hecho común del universo.

Traducción: María Luisa Hernández

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El Nuevo Modelo Mejorado de SETI

por Seth Shostak Astrónomo Senior



“Así que, ¿qué hay de nuevo en SETI?”

Es una pregunta fácil: una pregunta que los medios plantean frecuentemente, y por razones obvias. Por supuesto, sería agradable decir: “bien, la semana pasada detectamos tres civilizaciones Tipo II, pero no eran especialmente interesantes”, y a veces hago esto para impresionar. Pero desde luego que no es cierto, y hasta que lo sea, algunas personas asumen que no hay nada nuevo en SETI.

Se equivocan. A pesar de todas las dificultades que lo acosan (en mayor parte relacionadas con financiamiento), SETI está experimentando actualmente un ataque de agitación creativa. El año nuevo seguramente será memorable, pues llegarán relucientes instrumentos nuevos. El éxito de SETI depende de la rapidez: ¿qué tan rápido se puede revisar las grandes extensiones de superficie celeste? Bien, SETI está a punto de darle cuerda a su velocidad, y metafóricamente, intercambiar carrozas por jets.

En la Universidad de Harvard, un telescopio de investigación diseñado para barrer los grandes caminos del cielo en una cacería de destellos láser extraterrestres se está convirtiendo en realidad. En Puerto Rico, el célebre telescopio de Arecibo está recibiendo un nuevo suministro que acelerará las búsquedas en siete veces. Y en California, el Instituto SETI y el Laboratorio de Radio Astronomía de Berkeley pronto estarán explorando las áreas grumosas de estrellas del interior de la Vía Láctea con la primera etapa de implementación del Conjunto de Telescopios Allen (ATA).

El ATA, como hasta los lectores que tienen hélices en sus gorritos saben, finalmente ostentará 350 antenas, de 6 metros (20 pies) de diámetro cada una. Esta impresionante granja de antenas estará esparcida en un terreno de casi media milla cuadrada.

Existen buenas razones para construir un arsenal, como es llamada esta falange de antenas, en lugar de un solo disco grande. Pero esas razones pueden no ser obvias. Tal vez se piense que, cuando comience a cazar transmisores extraterrestres, todo lo que cuenta es captar bastantes fotones de radio para encontrar la señal. Si fuera así, entonces el único índice de mérito para un radio telescopio SETI sería su tamaño – la extensión de sus antenas. Esto es comparable a afirmar que lo único que cuenta en la lucha libre es el peso. Conforme eso sucede, el ATA califica: su área de captación eventualmente será comparable al nuevo telescopio Green Bank en West Virginia o al Very Large Array en Nuevo México, ambos instrumentos de investigación de vanguardia.

Pero mientras el tamaño importa, no es el único detalle incluido en la lista de características del ATA. Construir una serie ofrece al menos tres ventajas mayores sobre una antena de un solo disco de la misma área de captación:

1. Ya que las antenas individuales del ATA son relativamente pequeñas, el campo de visión del instrumento es muy ancho (grados a través de algunas longitudes de onda). Casi todos han visto a través de binoculares baratos teniendo un campo de visión muy corto. No tienen mucho alcance.
2. Como un conjunto, el ATA puede hacer mapas del cielo. En otras palabras, es como una cámara de radio, que produce imágenes. Ahora es un poco distinto a un instrumento de un solo disco, el cual puede compararse a observar el cielo a través de un popote de 1 metro de largo. Con esa clase de configuración, solo se mide un pequeño punto en el cielo a la vez. Pero si se desea una imagen de lo que se está observando, se necesita más que la medición de un solo punto.

Usted protesta discretamente. Bueno, pero ¿no es el objetivo de SETI hacer mapas del cielo, o si? Eso es para los radio astrónomos interesados en cartografiar galaxias o nebulosas. Bueno, resulta que la habilidad de desintegrar un gran campo de visión en pequeños (radio) píxeles es también bueno para la gente de SETI. Considere esto: usted es un radio astrónomo, y su trabajo del día es trazar mapas de cosas como la galaxia de Andrómeda. Usted desea que sus radio píxeles estén en una matriz regular de renglones y columnas como los miembros de una banda de música. Es una distribución de píxeles similar a la que tiene el CCD de su cámara digital.

Perfecto. Pero para los propósitos de SETI, puede desparramar un poco los píxeles, como algunos granos de arena arrojados a un pedazo de papel negro. La idea es acomodar esos píxeles para que desciendan en estrellas cercanas – los mismos vecindarios en los que desee buscar señales generadas por extraterrestres. Así que en lugar de tener un popote para mirar el cielo, tienes todo un puño, cada uno apuntado cuidadosamente a un sistema solar parecido.

Otro beneficio de esta capacidad es que, como estos píxeles son producidos por computadora en lugar de ser plasmados en silicón, usted puede hacer píxeles negativos -- pequeños parches de cielo donde no se recibe ninguna señal. Esto es útil no tanto para bloquear señales desabridas de extraterrestres sin gusto, sino más bien para bloquear el zumbido interferente de nuestros propios satélites de telecomunicación en órbita.

3. El volumen de acero requerido para mantener un gran radio reflector sin pandearse o colapsarse (siempre un riesgo) incrementa rápidamente con el tamaño. Así que considere el siguiente experimento gedanken: en lugar de construir una gran antena, construya dos pequeñas, cada una con la mitad del área de captación. La superficie de cada disco está ahora abajo por un factor de dos, pero la cantidad de acero en cada una está abajo por un factor de casi tres. Así que los dos discos juntos pesan menos que uno solo más grande.

Es un ejercicio dejado al estudiante para ampliar este argumento a discos aún más pequeños, pero claramente la ventaja de hacerlo se acumula. Lo principal es lo principal: es menos caro construir muchas antenas pequeñas que una grande, aún cuando el área total de captación sea igual.

El ATA está disfrutando su primer brote de crecimiento, y para la primavera consistirá de 33 antenas, equivalente al área de captación de una antena de 30 metros (100 pies). Es lo bastante grande para hacer ciencia en serio, y la primer asignación de SETI para el conjunto será explorar lentamente las secciones planas al interior de la Vía Láctea. Ciertamente, esto es un proyecto base de pruebas, pero es también un valioso experimento de SETI. Y mientras el ATA continúa expandiéndose, también lo hará su velocidad y capacidades.

No, no es el descubrimiento de otra civilización Tipo II. Pero es un asombroso paso hacia hacer que tales descubrimientos sucedan. Como usted ve, si hay noticias.

Traducción: María Luisa Hernández

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¿Qué decirle a un ET?

por Seth Shostak – Astrónomo Senior



Alguna vez pensé que preocuparse acerca de lo que debíamos transmitir a los extraterrestres tenía tanto sentido como angustiarme sobre la pequeña charla que tendría con el Rey Carlos Gustavo XVI si gano el Premio Nobel. Consideré que no había necesidad de hacer hincapié en ambos asuntos por ser hipotéticos e irrelevantes.

Bien, he cambiado de opinión. No acerca del Premio Nobel, sino acerca de la importancia de dedicar algunos ciclos cerebrales del CPU al asunto de la mensajería interestelar. Una parte de este cambio de este cambio se debe a mi compañero en el Instituto SETI, Doug Vakoch, quien ha escrito un número de artículos ilustrados sobre el tema. Algunas de sus conocimientos han logrado infiltrarse a través de las paredes que separan nuestras oficinas. Además, los telescopios nuevos que se construyen para SETI pronto acelerarán nuestra búsqueda por más de un ciento de factores. Así que es del todo posible, en mi punto de vista, que en solo algunas décadas, capturaremos un mensaje de otro mundo. De pronto, la idea de “contestar” sería algo más que una irónica y sarcástica falacia académica.

Existe también la influencia de que al meditar qué decir y cómo decirlo pudiera ayudar en primera instancia a captar esa señal extraterrestre. Eso nos daría una pista en cuanto a qué estamos buscando.

El hecho es, que ocasionalmente hemos enviado mensajes deliberadamente a las estrellas. Por ejemplo, había una placa en las naves Pioneer 10 y 11, con un grabado que representa a una amistosa pareja en su atuendo natural y un mapa de nuestra localización en la Galaxia. Los sucesores interplanetarios de las Pioneers, las Voyagers, portaban un tosco videodisco, con música, voces, y una pequeña selección de fotos inofensivas, que podía ser reproducido en una tornamesa de 16-2/3 rpm y una aguja mecánica. Hace treinta años, se transmitió un mensaje de radio mediante el radio telescopio de Arecibo a un grupo estelar en la constelación de Hércules. Era una austera gráfica equivalente a escasos 210 bytes de información.

Todos nuestros mensajes han sido, como Igor, chicos y simples. Eso nos ha llevado, creo, a imaginar que las futuras transmisiones cósmicas también habrían de ser compactas y fácilmente comprensibles para seres quienes (a diferencia de aquellos en la TV) no tienen dominado un inglés coloquial. Han sido propuestos todos los mensajes basados en imágenes o las monotonías de música y matemáticas.

Pero creo que tal vez hemos estado muy limitados en nuestro pensar. Cuando Samuel Morse transmitió su primer mensaje telegráfico interurbano en 1844, éste consistía de unas pocas palabras (“¡Lo que ha hecho Dios!”). Bueno, no era de sorprender: el ancho de banda del telégrafo era baja, al igual que la paciencia de la multitud.


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Sin embargo, el ancho de banda para los mensajes interestelares no tiene que ser bajo. A radiofrecuencias de microondas, sería fácil enviar un megabyte por segundo. A longitudes de onda infrarrojas, se incrementaría el rango de bits a un gigabyte por segundo en distancias grandes, y a cien veces más en tramos más cortos (por decir, de 1,000 años luz). Estas velocidades de transmisión son fijadas en gran parte por los efectos dispersos del gas caliente que llena el espacio interestelar, y varía un poco dependiendo de la dirección y la longitud de onda. Pero el punto es, no hay necesidad de escatimar la información a transmitir a los radioescuchas cósmicos. El conducto de información es grande.

En un reciente Congreso Astronáutico Internacional, presenté estos cálculos y algunas sugerencias con respecto a sus implicaciones. Por ejemplo, una sociedad equipada con un láser infrarrojo con energía suficiente puede enviar en un día, el equivalente a la Enciclopedia Británica a un millón de objetivos en el sistema solar. De esta forma, una civilización inquisitiva podría “contactar” gran número de mundos, incrementando así sus posibilidades de señalar con éxito un planeta habitado por seres pensantes.

Así que aquí está mi concepto sobre la estructura del mensaje: Olvídense de enviar interrelaciones matemáticas, el valor de pi, o la serie de Fibonacci. Libere su mente de la idea (tomada, sin duda, de “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”) de que es mejor dirigirse a los extraterrestres con arpegios musicales. No, si deseamos transmitir un mensaje desde la Tierra, propongo que solo alimentemos el transmisor con los servidores de Google. Enviemos a los extraterrestres la red de Internet. Tomaría medio año o menos transmitir esto en microonda; usando láseres infrarrojo acortaría el tiempo de transmisión a no más de dos días.

Claro que la red contiene mucha información redundante (y también mucho material sin sentido, pero después de todo, eso es parte de la condición humana). Y sí, la mayoría está en idioma inglés, el cual incluso sus traductores universales podrían no conocer. Pero el punto es, con tanta información redundante, los seres inteligentes tendrán suficiente información para descifrar. Cuando Jean Francois Champollion descifró los jeroglíficos egipcios en el siglo XIX, se benefició mayormente del acceso a la Piedra Rosetta. Pero incluso sin ese documento rocoso, finalmente alguien habría descifrado los jeroglíficos, simplemente porque hay demasiados. Cubren de pared a pared los antiguos edificios egipcios. Lo mismo pasa con el Internet: hay mucha información, y la redundancia (y tal vez las imágenes) ayudarían a cualquier traductor.

La diferencia entre el primer mensaje conciso telegráfico de Samuel Morse y el flujo de datos arrojados por un moderno satélite de comunicaciones, es enorme. Tenga eso en mente cuando piense en contactar a otras sociedades con algo similar a la placa del Pioneer. Por supuesto, esa tarjeta de saludos oro-plateada fue un gran comienzo, pero si estamos pensando realmente en mensajes interestelares, debemos pensar en grande.


Traducción: María Luisa Hernández

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¿ET usa Correo Postal?

SETI Institute

por Seth Shostak, astrónomo Senior



Virtualmente todos los experimentos SETI examinan los cielos buscando emisiones de lejos: señales de radio o luz que nos dirían que alguien tan perceptivo como nosotros mismos está allá afuera. Pero ¿pudiera ser que mientras usamos binoculares para explorar el océano cósmico, mensajes embotellados hayan pasado inadvertidos a nuestros pies?

Mientras Robert Roy Britt divulga por doquier, la noticia de la portada del 25 de Agosto en la revista Nature sugiere que el método más eficaz de enviar mensajes entre las estrellas no es enviarles transmisión, sino usar el correo postal. Los investigadores de la Universidad Rutgers Christopher Rose y Gregory Wright consideran que los extraterrestres inteligentes no van a balbucear en un micrófono. En lugar de eso, van a codificar sus mensajes en algún trozo de material (los rollos de película, disquetes, discos, y tarjetas de memoria son simples ejemplos de portadores de información multimedia de nuestra propia tecnología), empacar todo en un cohete interestelar y lanzarlo hacia sus amigos por correspondencia extraterrestres.

Los dos científicos de computación afirman que, comparado a transmitir por radio al sistema solar de alguien más, el usar el correo puede ser enormemente más barato, requiriendo como mucho solo una billonésima parte de energía (más o menos) para el mismo mensaje.

¿Significa esto que los experimentos SETI están mal encaminados? ¿Debemos usar rastrillos en lugar de telescopios para buscar mensajes de otros mundos? ¿Es posible que una civilización avanzada haya inundado los sistemas solares como el nuestro con envíos empacados que aún no hemos encontrado?

Contestar estas preguntas requiere tener en cuenta algunos panoramas realistas para la comunicación interestelar.

En principio, está el hecho indiscutible de que la información transportada físicamente puede ser muy eficiente. Imagine empaquetar un barco cisterna con DVDs, y navegarlo a Australia. Se podría atiborrar aproximadamente 10 mil millones de discos en el cisterna, el cual tardaría una semana en cruzar el Pacífico. Eso es una “velocidad de datos” promedio de 600 billones de bits por segundo, y a un costo por bit de apenas ¡0.02 billonésima parte de un centavo! Esos son números impresionantes que no solo desaparecen su conexión de internet, también golpean la radiotransmisión: enviar la misma cantidad de información con un transmisor de TV tomaría dos millones de años.

De acuerdo, transportar los bits podría golpear las transmisiones en algunas circunstancias. Pero, ¿que hay de la comunicación interestelar? Considere un ejemplo derivado del artículo de Rose y Wright: un mensaje enviado por cohete postal a un receptor distante 100 años luz. Suponga que el cohete de entrega viaja a una milésima parte de la velocidad de la luz, más rápido que cualquiera de nuestras propias naves espaciales, pero una velocidad casi impensable. Claramente, estará en ruta 100 mil años. Suponga que durante todo el tiempo, sus colegas de telecomunicación tienen encendido un transmisor poderoso, usando una antena comparable al plato de Arecibo tamaño-estadio para emitir ondas de radio al mismo receptor. Se sobreentiende que en ambos esquemas se envíen un igual número de bits, y ambos tomen la misma cantidad de tiempo (100 mil años) en entregarlos. Pero el costo por bit – en términos de energía – será 100 mil trillones de veces menos para el mensaje por cohete, de acuerdo a Rose y Wright.

Este ejemplo parece sugerir con certeza que el correo postal vence al correo de saludos por un amplio margen. Pero vale la pena considerar algunos detalles importantes de esta afirmación. Para empezar, los investigadores de Rutgers dan por hecho que el mensaje codificado está empacado muy eficazmente, con una densidad de 2 cuatrillones de bits por kilogramo. Esa es la densidad de información del RNA de cadena simple (parecido a un virus de polio), en caso de que se preguntara de dónde vino el número. Por supuesto, puede que no sea completamente obvio como codificar (es problema de los extraterrestres) o decodificar (problema nuestro) la información a esta enorme densidad, pero el punto es que si se empacara junta toda la información de todos los discos duros del mundo, ¡pesaría menos de un solo gramo! Si, así es, se podría enviar todo el contenido de todas las bibliotecas sobre la Tierra en un solo sobre, si se pudiera empacar tan eficazmente como Rose y Wright suponen. Por lo tanto, debe ser obvio que el cohete postal estará más voluminoso que cualquier mensaje de tamaño razonable que va a cargar. Pero este envase indispensable (el cohete) debe ser enviado también, y eso consume energía. Además, existe un verdadero problema de entrega. Los más cercanos sistemas estelares de interés para los corresponsales extraterrestres (por ejemplo, aquellos que se sabe que tienen planetas con biología) probablemente estarían por lo menos a 100 años luz de distancia.

Como puntualiza Frank Drake, astrónomo de SETI, no es fácil, de hecho, es agudísimamente difícil lanzar una nave espacial con la precisión adecuada para hacer un aterrizaje suave, o entrar en órbita en un planeta que esté tan lejos. En un lapso de tiempo de 100 mil años, los planetas se mueven, y consecuentemente, su posición estará ligeramente perturbada en modos complejos por interacciones gravitacionales dentro de su sistema solar. La única esperanza de un arribo preciso es usar un cohete inteligente que pueda maniobrar una vez que alcance las inmediaciones del objetivo. Pero hacer maniobras requiere de sensores, circuitos y combustible, y eso añade al peso del cohete, un ulterior decrecimiento en la eficiencia. Tales consideraciones prácticas aumentan el costo de la entrega del mensaje. Al mismo tiempo, hay muchas maneras de rebajar el costo de transmisión. Una antena más grande, por ejemplo, (compuesta de un conjunto de discos separados extensamente) pudiera dirigir su energía de radio a los receptores al interior del sistema solar. A 100 años luz, ese plan simple reduciría el costo de la energía en casi un millón a frecuencias de microondas, comparado a la antena del tamaño de la de Arecibo. Pero el verdadero truco en transmitir bits al espacio, en lugar de detonarlos, es transmitir luz, en vez de radio. El radio es una manera fabulosa de obtener la atención de otros mundos, pero si realmente desea enviar su enciclopedia a sus corresponsales cósmicos, lo puede hacer más rápido con una emisión de luz. Es técnicamente más factible comunicarse a 10 gigabits por segundo de esta manera, lo cual significa que los textos de todos los libros de la Biblioteca del Congreso serían despachados en menos de un día.

Por supuesto, un haz de luz, incluso uno bien apuntado, requeriría una buena concentración de energía si se cargara con información. Serían necesarios 10 billones de watts, si los concentrara en los receptores al interior del sistema solar. Por otra parte, se podría usar la energía solar como una fuente de poder, reduciendo los costos del proyecto a la construcción inicial y al mantenimiento. Pero el punto real es este: incluso con mensajes tan grandes como todas las bibliotecas de la Tierra combinadas, el tiempo de entrega del remitente al receptor en nuestro ejemplo es escasamente más de un siglo. El correo oruga transportaría más información, sí, pero tomaría mil siglos hacer eso. Así que mientras Rose y Wright integran un punto interesante, solo parece razonable esperar que gran parte de la mensajería interestelar vaya a ser transmitida en lugar de entregada. Algunas veces es mejor evadir el correo urgente y dirigirse a la oficina de telégrafo.

Traducción: María Luisa Hernández

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miércoles, 16 de febrero de 2005

Ultrasonido para Astronautas

http://science.nasa.gov/headlines/y2005/16feb_ultrasound.htmLejos de doctores y hospitales, los astronautas en el espacio aprenden a examinarse ellos mismos usando el ultrasonido.

Febrero 16, 2005: Cuando usted escucha la palabra “ultrasonido” probablemente piense en mujeres embarazadas y sus bebés. Agregue a alguien más a la lista: astronautas.

Nadie está en estado de embarazo en el espacio, pero los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) están usando el ultrasonido, para mirar dentro de ellos mismos como parte de un proyecto de la NASA llamado ADUM siglas en inglés de “ADvanced Ultrasound in Microgravity” (Ultrasonido Avanzado en Microgravedad).

Derecha: A bordo de la Estación Espacial Internacional, Gennady Palalka realiza un examen de ultrasonido a Mike Fincke. [más información]

El Dr. Scott Dulchavsky, cirujano del Hospital Henry Ford en Detroit, encabeza el proyecto. Su equipo, que incluye a los co-investigadores Doug Hamilton, Shannon Melton y Ashot Sargsyan, de Laboratorios Wyle, en Houston, estudian cómo puede usarse el ultrasonido para diagnosticar problemas médicos a bordo de las naves espaciales.

Aquí en la Tierra, los doctores pueden observar los huesos rotos con un aparato de Rayos X, pueden buscar tumores con un escáner para TAC, y pueden examinar el cerebro mediante una IRM. Ninguno de estos abultados instrumentos están disponibles en ninguna nave de la NASA.

Sin embargo, hay una aparato de ultrasonido a bordo de la ISS.


El ultrasonido ofrece varias ventajas: Comparado con otros instrumentos de diagnóstico por imágenes, los aparatos de ultrasonido son compactos y ligeros. Esto es importante en naves restringidas, donde cada onza de carga útil tiene un costo de lanzamiento. Además, las imágenes de ultrasonido aparecen al instante. No tiene que esperar, por decir, a que se revelen las placas de Rayos X. ¿Tiene un problema? El ultrasonido puede localizarlo rápidamente.

Una sensor de ultrasonido funciona un poco como un radar. Envía ondas de sonido a alta frecuencia (megahertz) al organismo. Cuando esas ondas encuentran un órgano – por ejemplo, el hígado – algunas rebotan inmediatamente, y algunas continúan, rebotando cuando alcanzan el órgano siguiente – por ejemplo, el riñón. Puesto que las ondas viajan a través de cada órgano, o tejido, a distinta velocidad, el sensor puede “ver” lo que las ondas de sonido reflejadas han encontrado.

Típicamente, el ultrasonido se ha usado para ver los órganos internos. Se usa a menudo para examinar fetos. Pero Dulchavsky y su equipo están ampliando su repertorio. Están desarrollando formas de observar los ojos, dientes, pulmones, huesos y músculos. Consideran que el ultrasonido puede usarse para casi dos terceras partes de una lista de aproximadamente 500 condiciones médicas que hipotéticamente pudieran ocurrir en una nave espacial.

Y, en algunos casos, el ultrasonido funciona incluso mejor en el espacio que en la Tierra. Eso es porque en baja gravedad, los órganos internos cambian de lugar. “El corazón se desplaza hacia arriba .... El hígado se mueve casi 7.5 cm. (3 pulgadas) al norte”. El resultado es que los órganos terminan acercándose unos a otros. Eso es bueno. Las ondas de sonido se mueven de uno a otro con menos distorsión, proporcionando una imagen de ultrasonido más clara.



Arriba: Una vista de ultrasonido del tendón del bíceps de Mike Fincke, astronauta de la ISS. La “D” indica el músculo deltoide. La “T” es el extremo cercano intracapsular del tendón largo del bíceps. [más información]

Tradicionalmente, los sensores de ultrasonido son manejados por técnicos con varios cientos de horas de entrenamiento. Los astronautas solo obtienen aproximadamente cuatro horas de entrenamiento. ¿Cómo se las ingenian? “Les estamos ayudando”, dice Dulchavsky. Mientras los astronautas operan el sensor, están en contacto constante con los expertos en superficie.

Recientemente, el procedimiento fue probado con los astronautas Mike Fincke y Gennady Padalka de la ISS. El equipo en tierra y los astronautas se conectaron a un canal de transmisión satelital para compartir información. “[Mike] puso el sensor en la piel, y entonces, dos segundos después, en el Centro Espacial Johnson pudimos observar la misma imagen que él veía”, dice Dulchavsky.

Es un proceso interactivo. “Aquí vamos, ‘Mike, eso no está muy bien. ¿Puedes mover el sensor una pulgada más cerca del codo?’ Así, Mike lo desliza hacia abajo una pulgada más cerca. ‘Ah, eso está muy bien, necesitas presionar un poco más’ Mike presiona un poco más. ‘Casi perfecto, muévelo media pulgada hacia atrás. Muy bien, lo tienes. ¡Perfecto!”.

Esta técnica, de no-doctores usando el ultrasonido para obtener imágenes de calidad para diagnóstico bajo la orientación de expertos a distancia, puede tener importantes aplicaciones en la Tierra – en campos de batalla, por ejemplo, o en áreas rurales donde los doctores están muy lejos.

“Estamos analizando la modificación de cómo transmitir la información, de manera que podamos hacerla a través de un teléfono celular”, dice Dulchavsky. “Imagínese que pudiéramos poner sensores de ultrasonido en ambulancias”. Los médicos de la sala de emergencia podrían establecer un tratamiento incluso antes de que el paciente llegue al hospital.

El proceso ya ha sido usado exitosamente en superficie – en los vestidores de los Alas Rojas, el equipo de Hockey de Detroit. “Los jugadores se lastiman mucho en los juegos de la NHL”, dice Dulchavsky, uno de los seguidores. “La temporada pasada, capacitamos a uno de sus entrenadores para usar el sensor. Funcionó de maravilla”.

Derecha: El Dr. Scott Dulchavsy (en el extremo derecho) muestra al entrenador de los Alas Rojas de Detroit, Piet Van Zant (en el extremo izquierdo) cómo usar un aparato de ultrasonido. [más información]

También funciona bien en el espacio. En el experimento en la ISS, Fincke y Padalka se examinaron los hombros uno al otro. Esa articulación fue escogida, dice Dulchavsky, porque es muy complicada. Y aunque el del hombro es uno de los exámenes de ultrasonido más desafiante, los astronautas pudieron obtener vistas claras con calidad de diagnóstico.

Un artículo que describe el procedimiento fue publicado en la edición de Febrero de la revista Radiology, es el primer enviado desde órbita.

Ahora, Dulchavsky y sus colaboradores están analizando sus datos. El siguiente paso, dice, es elaborar un programa que enseñará a los astronautas a hacer más y más por sí mismos. Esto permitirá que el ultrasonido sea usado incluso en misiones de exploración de largo alcance, como viajes a Marte, donde la orientación desde la Tierra es menos práctica.

El proyecto ADUM es significativo, dice Dulchavsky, pues ha desplazado los límites de lo que la tecnología del ultrasonido puede hacer. El y sus colegas planean empujar aún más esas fronteras.


Autor: Karen Miller y Dr. Tony Phillips

Traducción: María Luisa Hernández

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