miércoles, 10 de noviembre de 2004

Alien Vs. Depredador

Agosto 19, 2004
por Seth Shostak
Astrónomo Senior


¿Qué hay realmente allí afuera?


Al estar parado en la fila de boletos para ver Alien contra el Depredador, asumí que esta película sería una versión corregida y aumentada de un video juego, un pequeño entretenimiento casero cargado de esteroides de Hollywood para llenar la pantalla grande. Desde luego, no pude menos que notar que la fila se extendió sobre tres condados, y la película había arrebatado un alto rango de taquilla en su primer fin de semana. Los hechos son que Alien contra el Depredador es no solo algo sin sentido, y una película mejor de lo esperado para la gente arriba de treinta.

Entiendan bien esto: la película es un trabajo de cortar y pegar. Es un plagio de una media docena de situaciones de las bien conocidas películas de ciencia ficción, un edredón cosido de retazos probados y ciertos de tela de película.

La trama (no se preocupe, no se extiende más allá del intermedio de la película) marcha rápidamente, mientras un satélite de vigilancia orbitante encuentra un objeto raro enterrado a miles de metros bajo la Antártida (imagínese La Cosa). Después, un acaudalado industrial con una enfermedad terminal, Charles Bishop Weyland, decide contratar algunos expertos para descubrir que es ese edificio escondido, más que nada para inyectar algo de emoción de último minuto en su declinante vida (piense en Contacto).

Entonces, está el montaje obligado mientras el “equipo” – una mezcolanza de académicos renuentes e irónicos – se integra. La líder del equipo Alexa Woods (interpretada por Sanaa Lathan), está ocupada escalando un precipicio en los Himalaya que están ligeramente más escarpados que el Monumento a Washington, cuando ella toma la llamada a la acción (piense en Kirk en Viaje a las Estrellas IV). La construcción bajo el hielo encontrada por satélite data de la alborada de la humanidad, y está edificada en un revoltijo estilo Ziggurat que incorpora los elementos más grandiosos de los Egipcios, Aztecas, y otros de nuestro pasado arqueológico quienes vivieron principalmente sobre piedra (piense en Indiana Jones, entre docenas).

Todo esto es solo para establecer la escena para la verdadera razón de ser de la película: la batalla entre dos especies de ciencia ficción clásica que son atracción de taquilla por derecho propio: Alien y el Depredador. Hordas recientemente empolladas del primero y un escuadrón bien armado del último engranan en una profunda cacería ritual bajo tierra, mientras el equipo de Weyland sirve alternativamente como víctima accidental de gestación (para los Aliens), y combatiente ocasional. En efecto, es Godzilla contra el Monstruo Zero y las fuerzas de defensa de Tokio.

Violencia sin sentido, les oigo pensar. Si, seguro. Esto es en realidad un libro de historietas, un juego de video y el equivalente extraterrestre de un combate mano a mano de fuerza, ingenio y armas cargadas por medio de resortes. Y aunque la primera parte de la película, en la cual los humanos avanzan hacia las regiones inferiores de la Tierra para explorar y descubrir, es en cambio más interesante que la hipotética brutalidad que sigue, usted debe admitir que no todos los días observa una cría de forma de vida no basada en el carbono (los Aliens) haciendo un sincero esfuerzo para comerse a un grupo de armatostes gruñidores de otro mundo (los Depredadores). Esto tiene la fascinación de la hora del almuerzo en la jaula del Gran Felino.

Qué hay realmente allí afuera

Desde luego, películas como ésta sugieren que la Galaxia está poblada mayormente por especies altamente agresivas, unas cuyo interés en la Tierra tal vez no se extienda más allá que usarla una y otra vez como casa de campo para cacería. Las zonas del espacio en este punto de vista, se comparan a los desconocidos mares en los mapas medievales – “aquí están monstruos” – inmensos habitats prohibidos que rodean las orillas del mundo civilizado, y están atestados de criaturas peligrosas.

Eso es probablemente poco típico. Desde luego, aún no podemos decir como son realmente los extraterrestres, pero la ciencia puede proporcionar alguna comprensión útil. Después de todo, cualquier biología allí afuera existirá en un paisaje de recursos limitados. La competición Darwiniana será su destino, así como el nuestro. Así que podemos contar con que habrá depredadores. La depredación es un dispositivo económico: los carnívoros la dejan a las plantas o a los que comen plantas para acumular lentamente moléculas ricas en energía de la luz del sol o de alguna otra fuente. Entonces rápidamente recogen esta cosecha de compuestos útiles, una táctica que puede impulsar un estilo de vida activo.

Pero por supuesto, para una especie inteligente con tecnología capaz de viajes interestelares, la depredación es algo de la Edad de Piedra. Incluso hoy en día, los seres humanos (quienes están lejos de poder hacer viajes deportivos a otros sistemas estelares) no se basan mucho en la depredación. Cultivamos nuestro alimento y pronto lo fabricaremos. Matar solo por diversión, como lo hacen los Depredadores, ya no se considera socialmente aceptable en la mayoría de los círculos. Los verdaderos Depredadores, quienes deben estar muchos miles de años delante de nosotros, presumiblemente han transitado más allá de esto.

Tan improbable como el Depredador puede ser, aún dejando a un lado su estrafalaria apariencia antropomórfica – un Samurai de acero peinado con rastas – es aún más creíble que el Alien. Este terrorífico colmilludo, con su sangre de ácido nítrico (ruegue para que no tenga una hemorragia nasal en el coche), depende de los seres humanos para procrear. Ahora seguramente, hay algunas especies terrestres, tales como la avispa icneumón que usa otras criaturas como parte de su ciclo reproductivo. ¡Pero por lo menos esas otras criaturas están dando vueltas en el mismo planeta! ¡Imagine las dificultades evolutivas para algunas especies que requieran un encuentro oportuno con seres de otro mundo solo para tener crías! Ese no es un victorioso panorama de supervivencia.

Está bien, es solo una película. Y de hecho, es esto: una que reproduce bien nuestro miedo innato de dientes grandes y excesiva mucosidad. Casi no dice tanto sobre la vida extraterrestre como sobre nuestros miedos más oscuros. Pero Alien Vs. Depredador está hecha con tal estilo y atención en los detalles que se eleva sobre ser solo un combate de lucha de pago-por-evento entre combatientes feos. No tiene mucho sentido, pero tampoco está como para descartarla. Es una película que disfrutarán y en la que pensarán al día siguiente.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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Nuestros Hermanos Inteligentes

Octubre 29, 2004

por Seth Shostak
Astrónomo Senior



¿Existe realmente vida allí afuera? ¿Estuvo un Marte más benévolo y húmedo dotado alguna vez por un florecimiento bacterial cuyos descendientes esperan ahora nuestro descubrimiento? ¿Los microbios extraterrestres no vistos nadan en los océanos enterrados de Europa, Calisto o Ganímedes? ¿Que hay de los lagos de metano bajo cero de Titán?

Aún no sabemos si cualquiera de estos mundos cercanos alojan cosas vivas. Pero el dinero listo apuesta que hay incontables paisajes extraterrestres, alrededor de nuestra estrella y de otras, donde las condiciones no solo están maduras para la vida, sino que la biología ha salido adelante.

En otras palabras, se calcula que las probabilidades para la vida extraterrestre son buenas.

Pero cuando llega a la vida inteligente – vida que podría inventar ciencia y tecnología --- los corredores titubean. Después de todo, el camino al Homo sapiens fue sinuoso. Hubo innumerables bifurcaciones en el camino evolutivo, y no pocos biólogos han sugerido que si la historia de este planeta hubiera sido tan solo un poco distinta, los seres humanos nunca habrían hecho la escena. Ellos dicen que la inteligencia fue un accidente altamente improbable.

El único modo de refutar ampliamente esta noción más bien conservadora sería encontrar inteligencia en algún otro sitio. Eso es lo que SETI trata de hacer.

Pero hay otra línea de investigación que podría darnos entendimientos importantes: podríamos investigar cómo las especies llegan a ser inteligentes. Si el proceso que conduce a las especies a un coeficiente de inteligencia más alto depende de la casualidad o un evento fortuito, pudiéramos deducir que el raciocinio es un talento raro. Si no, entonces confiadamente podemos contar con abundantes hermanos galácticos sofisticados.

Lamentablemente, aún no sabemos cómo surgió nuestra propia inteligencia. ¿Qué picó a nuestros ancestros para evolucionar de simples simios a criaturas pensantes? Una teoría dice que todo fue una consecuencia de la conducta de apareamiento que eligieron por conveniencia reproductiva, pero existen otras posibilidades.



Imagen: http://otn.uoregon.edu/.


Sabemos tan poco sobre nuestra propia historia intelectual, incluso sabemos menos sobre otras especies claramente inteligentes, como los delfines.

Corrección: cambie eso a tiempo pasado. Algunas investigaciones recién publicadas por la bióloga conductista Lori Marino (de la Universidad Emory y del Instituto SETI), junto a sus colegas Dan McShea y Mark D. Uhen, por vez primera, ha trazado la inteligencia de ballenas dentadas y delfines en los últimos 50 millones de años. Este mapa puede conducirnos a un verdadero tesoro de investigación: descubrir que es lo que motiva a la evolución seleccionar la inteligencia elevada.

¿Cómo pudieron Marino y su equipo medir el coeficiente intelectual de animales que respiraron durante los últimos millones de años? Ella utilizó lo que se ha convertido en un estándar aceptado para calibrar la inteligencia de animales vivos o muertos: el así llamado “cociente de encefalización” o EQ. Aplicado simplemente, es la masa del cerebro, como una fracción del peso corporal. Si usted tiene un cerebro tamaño promedio para su peso corporal, entonces su EQ es uno. Si usted tiene un cerebro el doble de masivo que el promedio de las especies de su tamaño, entonces su EQ es dos – y usted se mueve, si no a la cabeza de la clase, al menos algunas filas adelante.

Los pumas, por ejemplo, cuyo peso corporal es comparable al suyo, tienen un EQ de uno. Los humanos tenemos un EQ de siete, lo cual significa que su cerebro es casi siete veces más grande que los de esos grandes gatos (lo cual causa que invariablemente usted los derrote en el juego de palabras Scrabble).

El equipo de Marino pasó cuatro años frecuentando las polvorientas colecciones de los museos, rastreando los cráneos fósiles de ballenas dentadas y delfines. Entonces determinaron el volumen de sus cerebros con la ayuda de la tomografía computarizada. El peso de los animales fue estimado al medir el tamaño de algunos de los huesos donde la médula espinal entra al cráneo, un parámetro conocido por estar fuertemente relacionado con la masa corporal. Con la información a la mano, calcularon entonces el EQ de más de 200 especimenes, que representan 37 familias y 62 especies.

¿Que encontraron? Para empezar, los cetáceos tuvieron un gran salto en EQ hace cerca de 35 millones de años, cuadruplicando su EQ de 0.5 a 2.1. Se ignora el motivo de este cambio cerebral, pero una posibilidad es que fue la consecuencia de desarrollar la ecolocación – “ver” su medio ambiente articulando chirridos de alta tonalidad y analizando los sonidos reflejados.

Sin embargo, en los últimos 35 millones de años, estas criaturas han generado descendientes con un amplio rango de EQs, algunos bastante regulares con EQ aproximado a 1.0, y otros con EQ de 4 y 5, algo cercano al nuestro. De hecho, como comenta Marino, “Los cetáceos más inteligentes no están muy lejos de nosotros; ellos pueden hacer muchas cosas que solo los seres humanos y los grandes monos pueden hacer. Tal vez sean un buen ejemplo de una compleja pero mayormente no tecnológica inteligencia”.

¿Qué demuestra eso? No estamos cercanamente relacionados a los delfines en un sentido evolutivo. Pero a pesar de eso desarrollaron una inteligencia comparable a la nuestra. Eso sugiere que hay un verdadero valor de supervivencia en la inteligencia, y que hay muchas formas en que la naturaleza puede producirla.

“Tenemos aquí cuatro o cinco diferentes grupos de animales que, desde un punto de vista evolutivo, son muy distintos”, dice Marino. “Pero existe claramente un efecto de selección de un orden más alto que ha creado similitudes en función. Esto pudiera ser la consecuencia de cierto aspecto de interacción social”.

“Tenga presente”, puntualiza Marino, “que los cerebros no crecen con el tiempo. Debería tener una muy buena razón para poseer un cerebro grande, ya que son metabólicamente muy costosos. Usted tendrá el cerebro que necesita, no más.”

Pero para aquellas criaturas que habitan un nicho ecológico donde la inteligencia vale la pena, suena como si pudiera alcanzarse un alto coeficiente intelectual mediante varios caminos. “Los cetáceos y los primates no están cercanamente relacionados, pero ambos tienen aptitudes de comportamiento similares y cerebros grandes – los más grandes sobre el planeta. La integración cognitiva parece ser el punto fundamental.”

¿Que hay acerca de la posibilidad de inteligencia extraterrestre? Marino comenta filosófica: “Creo que esta investigación es una pieza del rompecabezas, aunque aún tenemos un largo camino por recorrer”.

“Esto nos dice algo acerca del cómo se desarrolló la inteligencia en este planeta, mientras más aprendamos de eso, mejor podemos estimar la probabilidad de que se desarrolle en alguna otra parte. Además nos da una mejor comprensión de cual es el rango de posibilidades”.

Los seres humanos no somos el único juego inteligente en la población. Y esa afirmación puede extenderse al cosmos.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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martes, 9 de noviembre de 2004

La Vida, El Universo y El Todo

Cómo trata la Astronomía las Grandes Interrogantes

Octubre 22, 2004

por Seth Shostak
Astrónomo Senior


Existen algunas interrogantes que han coagulado los cerebros de los homínidos desde que desarrollaron la capacidad de discernir. Preguntas como: “¿cuál es la naturaleza del mal?” ó “¿qué causó la explosión Cambriana?” sin mencionar la famosa duda de Freud: “¿qué desea una mujer?”.

Sin embargo, no hay duda de que la gran pregunta más planteada universalmente es: “¿de qué se trata todo esto?” “¿Cuál es el propósito de nuestra existencia? donde “nuestra” se refiere no solo a la de Ud. incluyendo sus familiares y amigos, sino también a la de la Tierra, las estrellas, y al total de materia cósmica”.

Por salud mental, la mayor parte del tiempo usted deslizará esta pregunta hasta el oscuro sótano de su mente. Después de todo, usted tiene compromisos por cumplir y plazos por alcanzar. No muchos de nosotros pueden darse el lujo, ni soportar la frustración de preguntarse constantemente: “¿cuál es el propósito?”. Es más fácil delegar esa pregunta a los teólogos o a los filósofos quienes se supone cobran un sueldo por pensar en tales cuestiones.

¿Nos ayudará la Astronomía a encontrar el sentido de todo esto?. Bien, de hecho no puede resolver la interrogante, pero puede proporcionar un contexto, tal como los mares circundantes dan el contexto a la historia de la Gran Bretaña.

¿Que tanto dice la astronomía? Tan reciente como en los albores del siglo veinte, la mayoría de la gente creía que el universo había estado allí por siempre y para siempre. Éramos solo un pedazo de restos de naufragio cósmico, a la deriva en un río sin fin. Luego, hace solo una vida, Edwin Hubble demostró que el universo se expande – diluyéndose a una velocidad que cada año agrega 32 mil millones de kilómetros de distancia entre su autopista y el cercano Cúmulo de Virgo. Por cierto, como han de saber la mayoría de los lectores, las recientes mediciones astronómicas muestran que este ensanchamiento cósmico está acelerando.

Pero eso no importa. El punto importante es que un universo que se expande, por fuerza, debe haber tenido un principio, un comienzo. Desde luego, esto tiene una agradable consonancia con la mayoría de las religiones, lo cual explica el porqué Hubble recibió menos acaloramiento para su descubrimiento que Copérnico o Galileo.

Sin embargo, la sorpresa es lo que sucede después. Nuestro Sol, un recién llegado a la Galaxia, al igual que su tío menos favorito, será divertido al envejecer. En otros cinco mil millones de años, más o menos, se hinchará, tragará algunos planetas internos y hervirá hasta consumir todo lo interesante en nuestro mundo. Nuestros descendientes (suponiendo que tengamos algunos) se reubicarán a un mejor vecindario – trayendo consigo fotografías y artefactos para las futuras exhibiciones de museo: “La Tierra: el Planeta que Era”.

Podrán hacer esto algunas veces antes de huir del vapor. Después de todo, la mayoría de las estrellas son más antiguas que el Sol, y el auge de población estelar definitivamente ha terminado. Las estrellas se están apagando. En aproximadamente 100 mil millones de años, los alguna vez brillantes brazos de la Galaxia serán acribillados con escorias de carbono del tamaño del Sol, agujeros negros, e inactivas estrellas neutrón – algún ciento de miles de millones de silenciosos armatostes estelares.

Se acabará la diversión, y comenzará el deterioro. Los choques caóticos eventualmente despojarán a los planetas de los cadáveres de sus anteriores soles, y las galaxias se evaporarán lentamente -- arrojando sus contenidos oscuros y sin vida en el siempre expandiente vacío. Incluso los masivos agujeros negros desaparecerán algún día, adicionando sus masas a la inerte y aguda niebla fría en la que se convertirá el universo.

El cosmos será un cementerio de un silencio sepulcral, disfrazado de noche perpetua.

En la medida de lo mejor que podamos deducir, este sombrío panorama continuará interminablemente. No habrá revés, ni un Big Crunch para comenzar el ciclo de nuevo. El cosmos – oscuro, tedioso e inactivo – simplemente continuará en expansión y dilución.

Así que aquí tenemos el gran cuadro: el universo comienza con una emisión de actividad de 100 mil millones de años y entonces colapsa en una parálisis sin fin. Todos nuestros trabajos – toda la poesía, la ciencia, la delicadeza, y todo el rock and roll – se aquitarán y perderán. La muerte del universo no es solo por mucho tiempo, es eterna. El corto y brillante arranque al principio donde nos encontramos ahora no es solo insignificantemente breve en la historia del cosmos, es infinitamente pequeño.

Hay un fugaz aliento, un brinco rápido, y luego una línea de la nada que se expande a través de la habitación, sale por la puerta y toma la calle para siempre.

Dada nuestra aparente escasez de importancia, y el hecho de que no habrá legado en este universo, es tentador escoger vivir solo el momento (como su gato). Tal vez es inútil y no más que una tentación a la locura el pensar acerca del porqué estamos aquí. Por otra parte, quizás un día aprenderemos algo que cambiará este desolado cuadro, ya sea a golpe de nuestros propios esfuerzos, o posiblemente mediante sabiduría enviada a nosotros por otros seres cósmicos aún no descubiertos.

Freud dijo: “la anatomía es el destino”. Su tema eran las mujeres, pero pudo haber sido el universo.

Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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