viernes, 2 de septiembre de 2005

Ajustando las miras de SETI: ¿Moradas de la Vida?

Parte II

Junio 16, 2005
por Douglas Vakoch, Instituto SETI





Con el último descubrimiento de una “Súper-Tierra” alrededor de una débil estrella roja a 15 años luz de la Tierra, los científicos de SETI han estado deliberando las implicaciones para su búsqueda de inteligencia en otros mundos. “Este planeta contesta una pregunta ancestral”, dijo Geoffrey Marcy, profesor de astronomía en la Universidad de California, en Berkeley, y líder de equipo que descubrió el planeta, el cual tiene de siete a ocho veces el tamaño de la Tierra. “Hace dos mil años, los filósofos griegos Aristóteles y Epícuro discutieron acerca de la existencia de otros planetas parecidos a la Tierra. Ahora, por primera vez, tenemos evidencia de un planeta rocoso alrededor de una estrella normal”. Paul Butler del Instituto Carnegie de Washington y miembro del equipo enfatizó la similitud entre este planeta recién descubierto, localizado alrededor de la estrella M llamada Gliese 876, y nuestro propio mundo. “Este es el planeta extrasolar más pequeño descubierto hasta hoy y el primero de una nueva clase de planetas terrestres”, explicó. “Es como el primo mayor de la Tierra”.

Una segunda oportunidad

Para los astrónomos que reflexionan la posibilidad de vida afuera de nuestro sistema solar, el descubrimiento es especialmente prometedor debido al gran número de estrellas M en nuestra galaxia. “La abrumadora mayoría de estrellas son enanas M – cientos de miles de millones solamente en nuestra galaxia. Esto sugiere que pudiera haber un enorme número de habitats planetarios capaces de sustentar vida”, dijo Seth Shostak, Astrónomo Senir en el Instituto SETI. Pero la sola existencia de planetas rocosos no es suficiente para asegurar la evolución de la vida. Un requerimiento crítico, según Shostak, es que tenga el tiempo suficiente para que la vida siga su camino y entonces se desarrolle en algo interesante. “A diferencia de las estrellas como el Sol, que arden por 10 mil millones de años y entonces mueren, las enanas M viven mucho más – tanto como 100 mil millones de años”, comentó. “Así que si tales enanas estelares pueden ocasionalmente desovar vida, la mayoría de esa vida sería más antigua que la biología de nuestro propio planeta. La vida más antigua y potencialmente más interesante, pudiera encontrarse en los vecindarios de estrellas M”.

Los planetas de larga vida pueden ser especialmente importantes para la evolución de la vida, dado los efectos devastadores de impactos periódicos de asteroides y meteoros. Por ejemplo, muchos científicos creen que el inmenso asteroide que cayó en la Península de Yucatán en México hace 65 millones de años fue responsable de la extinción al pro mayor de los dinosaurios. Esa catástrofe abrió camino para la proliferación de mamíferos sobre la Tierra, teniendo como resultado final la humanidad. Pero en otras palabras, tales eventos fortuitos pudieron haber exterminado una variedad aún mayor de vida sofisticada, quizás parando de manera efectiva la evolución de la inteligencia -- al menos en planetas con épocas de vida modestas.

Dada la longevidad de las estrellas M, sin embargo, la vida compleja en mundos que orbitan tales estrellas pudiera tener una segunda oportunidad. “Si la evolución ocurre a un paso muy lento, o si la evolución comienza y se detiene muchas veces, debido a algunos eventos de extinción”, explica Jill Tarter, Directora de Investigación SETI en el Instituto SETI, “los planetas alrededor de las estrellas M pudieran tener más de una oportunidad, y tal vez puedan alojar un modo evolutivo más lento y aún así acabar con los constructores de telescopios”.

La Zona Ricitos de Oro

Para que la vida se desarrolle en otro mundo, no es suficiente solamente tiempo. El planeta debe rodear su estrella dentro de una “zona habitable”, orbitando lo bastante cerca para obtener la luz de su estrella que le de vida, pero lo bastante lejos para evitar las abrasadoras temperaturas que aniquilarían la vida.

Debido a que las estrellas M son tan débiles comparadas a las estrellas parecidas al Sol, una zona habitable de una estrella M se encuentra bastante cerca de su misma estrella. Aplique simplemente, los planetas alrededor de estrellas M necesitan estar en órbitas que orbiten cerca de las estrellas si quieren tener alguna posibilidad de obtener la suficiente energía para albergar vida.

Pero las ajustadas órbitas que se necesitan para sustentar vida alrededor de estrellas M tienen un precio. Cuando un planeta orbita su estrella tan cerca, un lado del planeta siempre encara a la estrella, mientras el otro lado está siempre escondido. El mismo fenómeno llamado “cierre tidal”, es evidente cuando se observa la Luna, la cual siempre tiene su mismo lado encarando a la Tierra. ¿El resultado? Cuando un planeta es atrapado tidalmente en órbita alrededor de su estrella, las temperaturas en el lado soleado serían abrasadoras, mientras que el lado oscuro sería un páramo congelado. “En el lado que enfrenta la estrella, se bombea una gran cantidad de energía y calienta el gas atmosférico, y en la sombra en el otro lado está oscuro y frío”, dijo Tarter. Como consecuencia, la diferencia en temperaturas provoca “velocidades de viento enormes”. O al menos eso pensaban hasta hoy los científicos. Pero eso pudiera estar cambiando. “Nuevos modelos indican que tal vez, con gases invernadero, se puede tener una distribución menos dramática de la energía – de modo que la energía que se encuentra en el lado de la estrella pudiera de hecho circular sin destrozar la atmósfera”, explicó Tarter.

“El volumen del planeta pudiera fácilmente sujetar una atmósfera”, comentó Gregory Laughlin, hablando del más nuevo planeta descubierto alrededor de Gliese 876. “Aún sería considerado un planeta rocoso con un núcleo de hierro y un manto de silicón. Incluso pudiera tener una densa capa de agua vaporizada”, dijo Laughlin, profesor asistente de astronomía en la Universidad de California en Santa Cruz y miembro del equipo descubridor. Junto con otros 40 científicos, estará a cargo de un taller en el Instituto SETI del 18 al 20 de Julio de 2005, que tiene el acuerdo de considerar si las estrellas M pudieran proporcionar condiciones apropiadas para sustentar vida en sus planetas -- una idea previamente rechazada debido al efecto tidal y la intensa radiación que la vida tiene que soportar en mundos que orbitan tan cerca. Según el punto de vista de Butler, la detección de este último planeta parece ser el primero de muchos descubrimientos similares. “Hasta hoy casi no encontramos planetas del volumen de Júpiter entre las estrellas enanas M que hemos observado”, comentó, “lo cual sugiere que, a su vez, va a haber una población mayor de planetas con volumen más pequeño”. Y dependiendo de los efectos del encuentro del próximo mes en el Instituto SETI, esto pudiera resultar en una lista mucho más larga de estrellas objetivo para la búsqueda de civilizaciones más allá de la Tierra.


Fuente: Instituto SETI

Traducido por: María Luisa Hernández Castro

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