domingo, 15 de agosto de 2004

Voces presenta al Dr. Laurance Doyle

Junio 8, 2004


El Dr. Laurance Doyle, astrofísico en el Instituto SETI, supo desde un principio que quería ser astrónomo.

“Mi padre me dio un mapa del sistema solar cuando tenía seis años”, dice. “Lo que me sorprendió fue que las estrellas eran soles. Recuerdo que mi pensamiento saltó de la Tierra y jamás volvió a la Tierra de nuevo. Fue entonces cuando supe que sería astrónomo”.

Sin embargo, no fue tan fácil para Doyle. Creciendo en una granja vaquera en Cambria, California (cerca de San Simeon, mejor conocida como el lugar del Castillo Hearst), no tenía mucho acceso a información sobre estrellas. Pero con estímulo de sus padres, y leyendo libros de ciencia de la biblioteca local, Doyle pudo mantener su pasión por la astronomía. No sorprendió entonces que haya obtenido sus grados de Licenciatura y Maestría de Ciencia en Astronomía en la Universidad del Estado en San Diego.

Armado con esos grados, tomó un trabajo en el Laboratorio de Propulsión a Chorro como ingeniero en imágenes, analizando fotografías de Júpiter y Saturno enviadas desde la sonda espacial Voyager. Entonces fue a Heidelberg, Alemania, para ayudar a analizar imágenes del Cometa Halley enviadas por la sonda espacial. Estando allí, obtuvo su doctorado en Astrofísica en la Universidad de Heidelberg, graduándose en el 601 aniversario de existencia de la universidad.

Doyle ingresó al Instituto SETI en 1987 como un investigador inicial estudiando planetas extrasolares.

La Teoría de la Información

Entre los actuales proyectos de Doyle está intentar comparar los silbidos de los delfines y el balbuceo de los bebés para hacer predicciones sobre comunicaciones extraterrestres.
La conexión puede parecer tenue, pero cree que al medir la complejidad de las comunicaciones de diferentes especies en la Tierra, pudiéramos obtener un buen indicio de que tan avanzada es una señal extraterrestre, y donde pudieran encontrarse los humanos en esa escala.

“Si podemos aprender las reglas de comunicación al entender los lenguajes de otras especies en la Tierra, estaremos mucho mejor preparados para tratar con un mensaje extraterrestre siempre y cuando llegue”, explica Doyle.

El proyecto de Comunicación Animal usa la Teoría de la Información, una formulación matemática desarrollada para cuantificar la cantidad de información enviada por las líneas de teléfono para determinar cuánta información intercambian los delfines unos a otros. Su estudio determinó que los bebés balbucean cerca de 800 sonidos diferentes con la misma cantidad de frecuencia de los balbuceos de delfín. Al ir creciendo, esos sonidos son limitados a apenas 50, haciéndose muy repetitivos, con algunos sonidos que son usados con más frecuencia que otros. Su estudio encontró que los delfines bebés se desarrollan de manera semejante con respecto a sus silbidos.

“Grabamos silbidos de delfín y dieron la misma distribución del lenguaje humano. Y eso nos sorprendió”, dice Doyle. Eso da la “prueba matemática de que los silbidos de delfín no son fortuitos”.

Claude Shannon, científico del Laboratorio Bell quien fue la primera en poner en práctica la Teoría de la Información, determinó que hay reglas que gobiernan el idioma Inglés. Por ejemplo, Shannon generó letras al azar, diciéndole la computadora que la letra E es más común; la T está en segundo lugar; la A en tercero, etc. La computadora pudo generar letras con las consonantes y vocales correctas con la frecuencia de evento correcta. Entonces Shannon le dió a la computadora las reglas para generar letras que se asociaran en pares y tríos, para lo cual la computadora generó el texto correcto en Inglés.

“Lo que estamos intentando hacer con los delfines, ballenas jorobadas y otras especies es intentar trabajar en la otra dirección”, explica Doyle. “Tenemos un volumen significativo de texto y queremos ver si hay algunas reglas que podamos sacar. Empezamos a observar las relaciones entre estas señales y ver qué tan complejas se vuelven”.

Eventualmente, Doyle quisiera hacer un gráfico de la complejidad de la comunicación de varias especies, incluyendo las plantas, monos ardilla, delfines, ballenas jorobadas, y humanos.

“Lo que si conseguimos una señal extraterrestre que no sea en el 9° lugar sino el 20° en orden de complejidad”, supone Doyle. “enseguida, sabemos que su capacidad de comunicación excede la nuestra por aproximadamente tanto como la nuestra excede la de las ardillas de campo. En otras palabras, vamos a saber enseguida en donde nos encontramos. Incluso alguna transmisión extraterrestre tendría que obedecer las reglas de la teoría de la información”.

Detección de Planetas Extrasolares vía Fotometría

Otro de los actuales proyectos de Doyle es la detección de planetas extrasolares utilizando la fotometría. Doyle usa la fotometría en tres formas distintas para medir la variación en la luminosidad de las estrellas. El Método del Tránsito Fotométrico usa un algoritmo para ver la sombra de un planeta mientras atraviesa el disco de una estrella. El algoritmo es una manera matemática de cuantificar si realmente es un tránsito o una oscilación en la atmósfera.

Otro método, el Método de Reflexión de Fase usa la variación sinusoidal (similar a la órbita de la luna de nueva a llena) para detectar planetas gigantes mientras atraviesan fases de órbita cerca a sus estrellas. Binarias eclipsantes es el tercer método de detección de planetas para estrellas que vienen en pares y se eclipsan una frente a la otra regularmente. Al cronometrar los eclipses, los astrónomos pueden determinar si hay un planeta cercano, contrarrestando esos eclipses.

PlanetQuest

PlanetQuest es tal vez el proyecto en el que Doyle está más apasionado. Es de naturaleza educacional y permite a cualquiera participar en la búsqueda de planetas extrasolares.

“Veo esto como convertir a cualquiera en astrónomos”, exclama Doyle. “No es solo leer al respecto. Y no es solo apoyar algo. Es convertir a la gente en exploradores. Es convertirlos en astrónomos de buena fe con la oportunidad de descubrir algo, y pronto”.

El software PlanetQuest permite a los astrónomos aficionados descargar imágenes de regiones de alta densidad estelar. La estrella asignada sería rastreada usando los ciclos de reserva del CPU de las computadoras.

“La idea básica es que tomen una estrella y sus computadoras midan la luminosidad de la estrella y la compare con las variaciones de luminosidad que son típicas de los distintas clases de estrellas variables”, dice Doyle.

El programa está conectado al sitio de internet de PlanetQuest el cual proporciona una referencia para el usuario de que él o ella está descubriendo. Hay también un sistema de catalogado que permitirá a los usuarios ser acreditados con cualquier descubrimiento.

Mientras solo una en 3,000 a 5,000 estrellas tendrá planetas cruzándola: todas las estrellas estarán haciendo algo, exclama Doyle. “A veces solo están allí como el Sol y crean una agradable y estable zona habitable”, dice. “A veces pulsan y son interesantes como indicadores a distancia o para estudiar la estabilidad o evolución estelar”.

Doyle cree que la participación en la búsqueda del universo es una gran manera de que las personas pongan las diferencias a un lado mientras buscan algo relevante para alguien, en el planeta.

“Necesitamos conectarnos”, dice. “El universo es enorme ahora. Realmente siento que necesitamos algo que nos una y nos conecte juntos. Pienso que una búsqueda mundial de mundos girando alrededor de otras estrellas, tiene una posibilidad de ayudar a unificar a las personas”.

Fuente: Instituto SETI

Traducción: María Luisa Hernández Castro

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